Por Marilys Suárez Moreno
El recién nacido se expresa por medio de llantos. Esa es la forma que tiene para comunicarle al mundo que siente hambre, sed, calor, miedo o necesidad de cariño. Ya a partir de los dos meses, empieza a expresarse mediante sonidos o gestos: sonríe en respuesta a alguien que lo mira o le habla y gorjea feliz.
Aprender a hablar es una muestra de los avances del bebé. Escucharlo decir por primera vez “papá”, “mamá”, produce a los padres una sensación descriptible de felicidad. Pero antes de llegar a ese momento, el niño o la niña debe pasar por otras etapas.
Alrededor de los tres meses, el bebé emite sonidos con la intención de llamar la atención. Cuando se siente contento, hace arrullos, gorjea y da grititos agudos de placer. Y hasta cuando está solo, en la cuna, sorprende practicando diferentes sonidos de su repertorio, porque además goza al sentir el sonido de su propia voz.
Después, empezará a manejarse con determinadas vocales y consonantes muy posteriores y es importante estimularlo. De esa manera lo estamos ayudando a que adopte una postura en su boca para que saque sonidos de esos acordes posteriores, a los que se denomina gorjeos.
Aproximadamente a los cuatro meses, el bebé comienza con determinados vocablos que repite a su manera y le gusta que lo acompañen repitiendo el sonido. Esos son los primeros intentos suyos para empezar a hablar. Un mes después, ya puede mantener la cabeza erguida mientras está sentado y aprende a comunicarse con los primeros gestos, destinados a que lo levanten en brazos y le alcancen determinados juguetes.
El bebé de seis meses expresa cada vez mejor lo que siente: grita, ríe y repite palabras monosilábicas, lo que lo entusiasma. Las repite una y otra vez. De ahora en adelante, hay que estimularlo con canciones infantiles, nanas y hasta pequeños cuentos, porque con ellos van aprendiendo las letras que mencionan los temas y así lo ayudamos a reproducirlas. Es hora también de enseñarle el significado del “dame” y el “toma”, a través del juego.
Entre los dos y los tres años de edad, el niño o la niña experimenta una etapa de aprendizaje por “combinación mental”, que indica la presencia inicial de la representación mental, la capacidad de evocar las cosas sin que estén delante de los sentidos. Puede decirse que, a partir de ese momento, comienza a pensar.
Su progreso en cuanto al desarrollo de las diferentes capacidades son más evidentes. Camina con más agilidad y equilibrio, es capaz de correr y hasta de patear una pelota, lo que indica que ya posee ciertas capacidades para pararse en un solo pie.
Su lenguaje se va haciendo más detallado y expresa frases de por lo menos dos o tres palabras, aunque todavía dice las llamadas “palabras oraciones”, es decir, una sola palabra para él significa una oración. Por ejemplo, “leche” quiere decir “yo quiero leche”.
La edad de los tres años es clave para que deje atrás la primera infancia y comienza a sentar las bases del niño que será cuando pueda comenzar el aprendizaje sistemático en la escuela y extraiga de los conocimientos aprendidos lo necesario para el desarrollo de la iniciativa y la creatividad.
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