Texto y fotos: Bolivia Tamara Cruz y Lianne Garbey Bicet
Aliuska es la única mujer liniera de Villa Clara y una de las tres que hay en Cuba. Su trabajo consiste en instalar, reparar y mantener las líneas eléctricas que llevan la luz a los hogares y las industrias. Es una labor que requiere fuerza, destreza, conocimiento y valentía, y que tradicionalmente ha sido realizada por hombres.
Pero Aliuska no se dejó intimidar por los prejuicios, las dificultades y la discriminación que enfrentó durante cuatro años para conseguir su sueño. Gracias al nuevo Código de las Familias, que garantiza la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, pudo acceder a la plaza de liniera que tanto anhelaba.
Hoy es una de las delegadas al Onceno Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas. Verla transitar este 8 de marzo por los pasillos del Palacio de las Convenciones, con su uniforme de trabajo y una hermosa sonrisa en su rostro, es símbolo de cada una de las conquistas alcanzadas por las mujeres en nuestro país y así lo reafirma en cada una de sus palabras.
"Me considero una mujer vencedora de imposibles, porque yo esto lo veía como un imposible hasta hace un tiempo, pero nunca me rendí", expresó Aliuska ante el auditorio, encabezado por Teresa Amarelles Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas.
"Para mí, alzar la voz en el onceno congreso de la Federación de Mujeres Cubanas es demostrar que sí se puede, que las mujeres sí podemos llevar adelante un granito más por esta Revolución", declaró en exclusiva para la revista Mujeres.
Aliuska es madre de tres hijos, de 11, 12 y 17 años, que la apoyan y admiran. La más pequeña, Angelín, quiere seguir sus pasos y ser liniera también. Su esposo, que al principio se oponía a su profesión, ahora la respalda y reconoce su valor.
“Yo digo que hoy no me paso el día trabajando, yo hoy me paso el día disfrutando, porque yo amo mi trabajo”, afirma Aliuska, quien se siente orgullosa de su labor y de su aporte a la sociedad. Su mensaje para otras mujeres que quieren ser linieras como ella es que no se rindan, que sigan adelante, que se acerquen a la federación y que busquen su realización personal y profesional.
Aliuska es una mujer liniera que alzó su voz en el onceno congreso de la FMC y que pone en alto el nombre de las mujeres y de Cuba. Su trayectoria no ha sido fácil, pero ha sabido superar los obstáculos y los tabúes que encontraba por ser mujer.
“Siempre se tiene miedo al principio, pero yo le tuve más miedo a la discriminación y a los estereotipos que a los daños físico…Cuando entramos en la práctica del patio, todos nos hacemos algún tipo de daño, nos damos golpes, pero era lo que yo quería. Y cada vez que yo me hacía un rayón, me daba un moretón o me pinchaba una mano, me sentía la persona más feliz del mundo, porque era realmente lo que yo quería”.
Hoy, después de tantas experiencias vividas, ella se siente una de las mejores de su empresa y aspira a seguir creciendo y aprendiendo en su profesión.
“Yo no voy a parar hasta conseguir la clasificación de liniera en caliente… yo le digo a mi profesor que vivo agradecida, pero que un día yo voy a estar en su lugar. Aunque hoy por hoy él es mi jefe de brigada y es bastante estricto, porque quiere que yo aprenda, estoy segura de que, en un tiempecito, yo lo mando para su casa y le quito el puesto, pues como dicen por ahí, el alumno supera al maestro”, afirmó sonriente.
Aliuska, como bien se define, es una mujer vencedora de imposibles. Es una mujer de alta tensión, que no solo trabaja con las líneas eléctricas, sino que también ilumina con su ejemplo y su voz a otras mujeres que quieren seguir sus sueños.
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