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viernes, 8 de marzo de 2024

Aliuska, una mujer vencedora de imposibles


Texto y fotos: Bolivia Tamara Cruz y Lianne Garbey Bicet

Aliuska es la única mujer liniera de Villa Clara y una de las tres que hay en Cuba. Su trabajo consiste en instalar, reparar y mantener las líneas eléctricas que llevan la luz a los hogares y las industrias. Es una labor que requiere fuerza, destreza, conocimiento y valentía, y que tradicionalmente ha sido realizada por hombres.

Pero Aliuska no se dejó intimidar por los prejuicios, las dificultades y la discriminación que enfrentó durante cuatro años para conseguir su sueño. Gracias al nuevo Código de las Familias, que garantiza la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, pudo acceder a la plaza de liniera que tanto anhelaba.

Hoy es una de las delegadas al Onceno Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas. Verla transitar este 8 de marzo por los pasillos del Palacio de las Convenciones, con su uniforme de trabajo y una hermosa sonrisa en su rostro, es símbolo de cada una de las conquistas alcanzadas por las mujeres en nuestro país y así lo reafirma en cada una de sus palabras.

lunes, 23 de octubre de 2023

Feminismo, ¿una palabra maldita?

 



Por Beatriz Ramírez López

El feminismo, aún en el siglo XXI, continúa siendo un concepto repudiado por algunas personas e incomprendido por otras. Estos rechazos al movimiento feminista residen, muchas veces, en el desconocimiento de sus luchas y prejuicios conformados durante décadas en torno al término.

Según la catedrática y periodista Isabel Moya, en el texto “El desafío mayor es cultural”, de la publicación Voces para el diálogo, entre las causas de estos comportamientos se encuentran los estereotipos impuestos por una sociedad donde los sistemas mediático y educativo también tienen un corte patriarcal. «Dicho modelo apela a representaciones peyorativas en las cuales las feministas son caricaturas masculinizadas, extremistas o lesbianas, marcadas por el desprecio a los hombres».

Desde el siglo XIX, mucha de la propaganda que llegaba a Cuba descalificaba a las mujeres con acceso al estudio y al trabajo, o con una actitud emprendedora no acorde a los mandatos sociales de la época. Surgía de esta forma un miedo asentado durante décadas: ser acusadas de masculinas o machorras.