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Nombre |
Especialidad |
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Siglos 19 y 20-
formadas antes de 1959 |
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1.
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Laura Martínez de Carvajal |
Médica, Oftalmóloga |
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2.
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María Luisa Doltz |
Pedagoga |
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3.
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Dulce María Escalona |
Matemática- Pedagoga |
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4.
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Hortensia Pichardo |
Historiadora |
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5.
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Sara Ysalgue |
Geógrafa |
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6.
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Dulce María Loynaz |
Letras |
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7.
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Mirtha Aguirre |
Letras |
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8.
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Rosario Novoa |
Historia del arte |
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9.
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Estrella Rey |
Historiadora |
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10.
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Zaira Capote |
Filósofa |
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11.
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Isabel Monal |
Filósofa |
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12.
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Graziella Pogolotti |
Letras |
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13.
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Lidia Turner |
Pedagoga |
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14.
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María Dolores Ortiz |
Pedagoga |
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15.
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María Teresa Linares |
Musicóloga |
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lunes, 5 de febrero de 2024
Mujeres, en los espacios donde se hace ciencia
Tomada de Cátedra Regional UNESCO
Por Doris Calderón Terry
Cuando Liliam Álvarez me comentó sobre su libro Ser mujer Científica o morir en el intento, me interesé de inmediato por la vida de esta mujer afable, sencilla, de sonrisa franca y palabra precisa.
Nos conocimos en el taller Nacional por el XXV Aniversario del Centro de Estudios de la Mujer, evento en el que se reflexionó sobre la necesidad de continuar insistiendo en la transversalización del enfoque de género en el país y donde resultó ser una de las galardonadas por sus aportes en este sentido.
Yiyita, como se le conoce cariñosamente, posee una larga trayectoria laboral con numerosos reconocimientos. Es miembro de la Academia de Ciencias de Cuba, Doctora en Ciencias Físico-Matemáticas, Máster en Ciencias en Física, entre otras merecidas conquistas en su recorrido profesional.
A su quehacer científico se suma su trabajo encaminado a divulgar el papel que han jugado las mujeres en la historia y el desarrollo de la ciencia; sobre este tema nos comenta en la siguiente entrevista.
Basada en su experiencia personal, ¿cómo valora usted la evolución y participación de la mujer cubana en la esfera de la ciencia?
Las mujeres en Cuba siempre han estado presentes en la intelectualidad nacional, estudiando, formándose, aportando al pensamiento, al magisterio, participando en lo mejor de la cubanidad.
Desde los siglos XVIII, XIX y primera parte del XX las encontramos (y hay que seguir sacándolas del anonimato) desde parteras y maestras, hasta literatas, farmacéuticas, ilustres cubanas que se mantenían en la sombra, pero sembrando cultura y conciencia patriótica.
Solo a finales del siglo XIX encontramos a la primera mujer que se gradúa de Medicina, Laura Martínez de Carvajal, quien con grandes dificultades, baste solo decir que para entrar a las autopsias de las clases de Fisiología y Patología, tenía que entrar con un compañero hombre.
No era sólo un problema de Cuba, en la “civilizada Europa” las mujeres no tuvieron acceso a las universidades solo hasta finales del XIX y principios del XX, por no decir el derecho el voto.
Son muchas las investigadoras, astrónomas, matemáticas, filósofas que se interesaban por las ciencias y las estudiaban e investigaban desde sus casas, las bibliotecas de sus familias, intercambiando con amigos; incluso algunas, para exponer sus avances científicos, escribían a las grandes personalidades con seudónimos de hombres.
Lo que quiero significar es que, con nuestras y otras investigaciones, han salido a la luz grandes mujeres científicas, intelectuales, catedráticas, figuras insignes de la ciencia cubana, toda una pequeña constelación de estrellas, aún por completar y poner en los primeros planos.
A veces comunicamos el estereotipo de que en Cuba, antes de la Revolución, no había ciencia, o no había mujeres en las ciencias. Por supuesto que eran pocas y lo que teníamos, tanto hombres como mujeres, eran figuras o catedráticos formados en Europa o Estados Unidos, pertenecientes a familias que podían pagar sus estudios, familias con mucho dinero; otras no tanto, pero sí con padres interesados en que sus hijas recibieran una buena preparación y no sólo para cumplir sus roles de esposas y madres.
No sé si esta entrevista tendrá la extensión suficiente para nombrarlas a todas, pero sí pienso que hay que visibilizarlas con sus nombres y sus maravillosas historias de vida.
Presentemos solo algunas:
Cuando triunfa la Revolución, muchas de ellas se incorporan a la Campaña de Alfabetización y luego a aquel boom de oportunidades que dio la Revolución cubana, bajo las ideas de Fidel y los preceptos de Martí, de abrir al acceso a todos y todas por igual, fuera hombre, mujer, negro, mestizo, pobre, hijo de campesinos, de los más remotos rincones de nuestro archipiélago.
Esas acciones, completamente innovadoras y revolucionarias, es lo que denominamos en la actualidad educación inclusiva. En esas décadas, esos conceptos no existían o no se manejaban y menos desde la voluntad política de los gobiernos.
Soy fruto de esa apertura y voluntad de inclusión, hija de padres de clase media, de maestra y campesino, de cuatro hermanos, vine desde Holguín a matricular la carrera de Física, subiendo la escalinata de la Universidad de la Habana, en 1967, sin examen de ingreso, con beca y un estipendio.
Así llegué a la beca de Malecón y 12, junto a miles de jóvenes con ilusiones e historias que aún están por contar.
De ese boom universitario surgió después lo que se llamó la feminización de las universidades (anteriormente dominio absoluto o casi absoluto de los hombres). Por cierto, que en esas décadas de los sesenta y setenta del siglo XX también se registró un considerable crecimiento demográfico de la población cubana.
¿Cuáles han sido y siguen siendo los principales escollos para la mujer en este campo ?
Cuba es una sociedad patriarcal, construida en el entorno del poder de los hombres; por tanto, las mujeres cubanas no escapamos a esa realidad. Ese es un contexto real en la mayor parte del mundo y se constata en hechos, discursos, actividades, cultura en general, literatura, medios de comunicación y en la ciencia misma.
En el quehacer científico cubano, en cuanto oportunidades tenemos equidad desde 1959. Los Códigos de las Familias han ayudado mucho, los círculos infantiles, las escuelas con régimen de seminternado, las Leyes de Maternidad y las campañas en los medios han sido factores muy importantes, que han aliviado los obstáculos que enfrenta la mujer científica en su vida cotidiana.
Mirando entonces con lentes de género, hacia dentro de las ciencias, se observa también en Cuba la división por ramas: “las mujeres estudian ciencias sociales”, “los hombre van a las ingenierías o a la ciencia duras”.
Por otro lado, tenemos el efecto tijera: las mujeres demoran más, se estancan en su desarrollo profesional, o entran muchas y se gradúan pocas, tanto en el pregrado como en los posgrados, maestrías, doctorados, que es el caso del efecto pipeta.
Estos son fenómenos típicos de las sociedades patriarcales. Sin embargo, en Cuba, la diferencia es que las mujeres acceden a las ciencias sociales, como la pedagogía, el periodismo, la historia, las artes, la comunicación social. Muchas estudian Medicina; algunas, ingeniería e informática, cuestión que no es así en otro países.
Si profundizas en las ciencias exactas, van más mujeres a estudiar Química y Bioquímica que Física, Matemática o Ciencias de la Computación. Igualmente eso sucede en el mundo entero.
En mi caso, que estudié Física, siendo “una guajira de Holguín”, algunas veces sufrí, entre otras cosas, bullying (antes no se decía así). Recuerdo que, en los laboratorios, los varones conectaban los equipos y montaban la práctica, y yo llevaba los datos, anotaba números y fenómenos estudiados y hacía el informe del equipo: “segregación de género puro”.
Hay que mirar a cada ciencia con más microscopios morados – que ya no lentes, sino miradas más profundas, con mayor resolución.
Excepcional, realmente, sin chovinismo. Lo afirmo porque he investigado, publicado estadísticas, indicadores sobre la participación de las mujeres científicas en el mundo entero, en América Latina y el Caribe, en las Academias de Ciencias del mundo; lo afirmo con base científica.
No se puede tapar el sol con un dedo, hay que decir que fue la Revolución cubana la que fomentó, protegió, incluyó a ese más del 60% de mujeres en las actividades científicas y tecnológicas que tenemos hoy.
Invito a salir y visitar los más de 200 centros científicos y más de 60 universidades donde se realiza y desarrolla la ciencia cubana; hacer una simple encuesta a las Mujeres y preguntarles: ¿cómo llegaste a ser científica ?
Hoy estamos en todos los espacios donde se hace ciencia. No obstante, en mi opinión, las mujeres en general y científicas en particular no nos hemos empoderado suficientemente en la sociedad cubana, aún hay mucho que aprovechar de esas capacidades y talentos formados, no sólo para la ciencia sino para todo el desarrollo económico, social y sostenible de nuestro país.
Al hacer una retrospectiva, ¿cuáles considera sus logros más importantes como profesional y ser humano?
En mi caso, los logros más importantes han sido en el ámbito científico, primero con una Maestría en Física nuclear, allá por 1976, cuando esta rama de la ciencia fue una de las pioneras en crear las bases y fomentar el grado científico de Maestro en Ciencias.
Luego tuve a mis hijos, el mayor logro, la mayor realización como ser humano. Hoy uno es Ingeniero industrial y la otra es Matemática. Después se sumaron tres hermosos nietos. Siempre tuve el apoyo de mi esposo, también Físico, y de mis padres holguineros, que siempre estaban dispuestos a ayudar, en especial mi madre.
Logré hacer y defender mi Doctorado en Moscú, la Unión Soviética, en 1989. Hablo inglés, ruso y un poquito de portugués.
Fue una etapa de cuatro años, de 1985 a 1989, muy buena, muy productiva en lo científico. Hice un trabajo muy original en el tema de Solución numérica de ecuaciones diferenciales, publiqué varios artículos, dos libros de textos, uno de ellos Premio del Instituto Cubano del Libro. Tengo más de 80 publicaciones, no sólo de Matemática, sino también de Mujeres en la Física y la Matemática y en las ciencias en general.
Después de eso, durante el periodo especial fui la Vicedirectora del Instituto de Cibernética, Matemática y Física, el ICIMAF, de la Academia de Ciencias de Cuba, (actualmente pertenece al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente/CITMA).
Formé parte del Consejo científico superior de la ACC y del CITMA, colectivo que fue el núcleo fundacional de Académicos en 1998. En 2002 fui designada a un puesto de poder como Directora de Ciencias del CITMA, en el Capitolio, con la Dra. Rosa Elena Simeón como ministra, de la cual me considero una discípula; de su ejemplo como dirigente y de su vida científica.
En 2008 fui elegida Miembro pleno de la Academia mundial de ciencias del mundo en desarrollo (TWAS) y en 2012 también elegida como Académica de Mérito de la Academia cubana.
A partir de 2010, por reestructuración del CITMA, pasé a trabajar en la sede de la Academia de Ciencias de Cuba, hoy en La Habana vieja. Fui elegida por voto del plenario como Secretaria Académica en 2012, cargo en el que aun permanezco velando por la vida interna de esta importante institución, junto con una intensa función de promoción y fomento de la ciencia en nuestro país, sobre todo de la formación de las nuevas generaciones de científicos.
A qué nos convoca en el actual contexto el mensaje de su libro Ser mujer Científica o morir en el intento ( disponible en la Librería virtual de CITMATEL)
¿Qué recomendaría a las nuevas generaciones de científicas cubanas ?
Cuando escribí ese pequeño libro, gracias a la Editora ACADEMIA en 2012, creía que había aprendido muchas cosas interesantes sobre la ciencia y las mujeres en la ciencias, en mi incursionar en investigaciones, eventos nacionales e internacionales, aprendiendo conceptos y metáforas de género que consideré importante compartir.
Al final del librito, coloqué una “receta” de cómo ser mujer científica y no morir en el intento, teniendo en cuenta que a las mujeres nos gusta leer recetas (aunque después no cocinemos o no tengamos los ingredientes) y porque, como buena matemática con pensamiento lógico, me gustan los algoritmos (pasos para lograr el objetivo).
Ahí, en esa receta, están mis consejos para las muchachas, jóvenes cubanas que aspiren a ser científicas. Por supuesto, lo primero es ser estudiosas, perseverantes y, una vez que elijan una carrera y una línea de investigación, no desviarse de ella, continuar por el tema escogido porque la ciencia avanza de manera tan vertiginosa que si te detienes o cambias de especialidad, te retrasas en tu profesión y en tu competitividad.
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