martes, 6 de febrero de 2024

Síndrome antifosfolípido y embarazo

 


Por Lisandra Chaveco

Los eventos trombóticos de origen fosfolipídico, donde la coagulación se produce de forma continuada y no actúan los mecanismos de inhibición biológicos, resaltan entre las factores de riesgo concepcionales de mayor dificultad clínica.

Para profundizar sobre el Síndrome Antifosfolípido (SAF), uno de los trastornos cada vez más frecuente durante el embarazo, Mujeres se acercó a la doctora Dunia Castillo, Especialista en Hematología del Hospital Pediátrico Willian Soler.

Origen y principales síntomas

El SAF, conocido también como Síndrome de la sangre pegajosa, es una enfermedad autoinmune que se presenta principalmente en mujeres jóvenes. Según la facultativa, las personas con SAF fabrican proteínas anormales en la sangre, denominadas autoanticuerpos antifosfolípidos, provocando un fluido sanguíneo inadecuado y la formación de coágulos peligrosos en venas y arterias.

La enfermedad puede estar asociada en ocasiones con otra patología subyacente, la más frecuente es el Lupus Eritematoso Sistémico (LES), y entre los síntomas visibles más comunes se encuentran los bajos niveles de plaquetas, decoloraciones moradas de la piel y ulceraciones cutáneas.

De acuerdo con el Dr. británico Gram. RV Hughes, en su libro The antiphospholipid sindrome, 1993; el daño ocasionado por la patología es variable, ya que los coágulos pueden producirse en cualquier parte de la circulación y afectar a los diferentes órganos del cuerpo. Por ejemplo, la aparición repetida de coágulos pequeños puede ocasionar daño cardíaco o engrosamiento de las válvulas y suele asociarse a infartos en personas jóvenes sin ningún factor de riesgo cardíaco conocido.

Manifestaciones obstétricas

En el caso específico de pacientes embarazadas con SAF, los anticuerpos suelen provocar abortos tempranos o tardíos, y preeclampsia (hipertensión arterial y cantidad elevada de proteínas en la orina durante el embarazo). Además, pueden producir coágulos en los vasos sanguíneos de la placenta, lo que causa un retraso en el crecimiento fetal, así como atacar en forma directa los tejidos placentarios e impedir su crecimiento y desarrollo, afirma Castillo.

El segundo trimestre del embarazo es el período donde se presentan un mayor número de complicaciones asociadas a la enfermedad y por tanto, el que requiere mayores atenciones y cuidados, para prevenir la ocurrencia de partos prematuros entre otros trastornos.


Según plantea la doctora Dunia, los mejores resultados se han obtenido cuando se trabaja desde la etapa preconcepcional.

El tratamiento estándar para la prevención de abortos espontáneos consta de inyecciones subcutáneas de heparina y dosis bajas de aspirina, además del consumo de ácido fólico, acotó.

La terapia se mantiene en la etapa inicial del embarazo y continúa en el período inmediatamente posterior al parto duarante unas 6 semanas. Esta metodología ha demostrado ser eficaz en la mayoría de los casos, sin embargo, cuando la respuesta no es favorable, pueden resultar útiles otras terapias, tales como infusiones de inmunoglobulina intravenosa o la administración de corticosteroides, precisó la especilista.

La administración de anticuagulantes por vía oral es recomendable durante varios años en los pacientes con SAF para evitar los coágulos venosos. En caso de episodios arteriales, las recurrencias también se previenen con medicamentos que inhiben las plaquetas, acotó.

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