viernes, 10 de noviembre de 2023

Una mujer y su estatua

 


Con su nombre se edificó el parque frente a su casa en la Víbora, hoy Parque de Córdoba, donde se erige un monumento en su Honor. Foto: Tomada de Cubadebate

Por Marilys Suárez Moreno

Emilia de Córdoba Rubio es considerada una de las grandes figuras de la historia cubana, al extremo de considerársele la primera mambisa.

Nacida en una finca de San Nicolás de Bari, en 1853, el mismo año en que viera la luz el Apóstol de la independencia cubana, Emilia no solo fue grande por los servicios prestados a la causa por la independencia de Cuba, sino por su sentido de la humanidad y del deber.

Su significado en la historia patria no pasa por alto su valiosa contribución con el mambisado durante la gesta guerrera del 10 de Octubre de 1868, en la que participó su padre y que motivó la deportación de su familia a la otrora Isla de Pinos.

El ferviente humanismo de la patriota, perteneciente a una generación marcada por la crisis del modelo colonial y el estallido del ciclo independentista, destaca por su pensamiento antiesclavista y emancipador y su sentido de los mejores valores humanos, los que condujeron a la entonces adolescente Emilia a interceder en favor de los esclavos que sufrían los rigores del látigo y el cepo en las plantaciones de su zona de nacimiento, en el siglo XIX.

Su participación en la contienda necesaria, organizada por Martí en 1895, no solo fue muy activa dentro del territorio habanero, así como en la organización del levantamiento armado en Ibarra, en la provincia de Matanzas, lugar donde se alzó el también delegado de Martí en Cuba, Juan Gualberto Gómez. Si bien el nombre de Emilia no se menciona en relatos relacionados con ese trascendental y fallido suceso, se asegura que fue el comienzo del activismo independentista de la valerosa patriota, que incluía el aseguramiento de armas, alimentos y municiones para los soldados mambises.

El Generalísimo Máximo Gómez Báez valoró muy positivamente la gestión logística de la patriota, pues debió hacerlo en las complejas condiciones del territorio habanero, sede del gobierno colonial. Incluso, se cuenta que logró entrar en las mazmorras donde guardaban prisión muchos compañeros conjurados a los que pudo ayudar con ropa y alimentos. Y fue tanta su audacia, que intervino ante el odiado capitán general Valeriano Weyler para que le conmutara la pena de muerte a un mambí cubano capturado herido. Gestión que fructificó.
Emilia, además de ser quien bordara la primera bandera cubana, fue la primera mujer deportada por razones políticas, con solo 22 años de edad. El estandarte que nació en sus manos, encontró su verdadero simbolismo junto a los independentistas que la declararon como su bandera luego de constituirse la Asamblea de Guáimaro. Su nombre quedó estampado en la historia de Cuba por bordar la bandera a partir del diseño que realizara su esposo, el poeta Miguel Teurbe Tolón.
Identificada desde su juventud con las causas humanitarias, la cubana se enroló en la Cruz Roja Americana que dirigía la conocida Clara Barton, para luego trasladarse a Cuba, tras la intervención norteamericana en la Guerra Hispano-Cubana

Hay que decir que una de las actividades más importantes desplegadas por Emilia de Córdoba durante ese periodo fue reclamar y obtener la admisión de las mujeres como empleadas públicas. Y ella misma trabajó como mecanógrafa en la Secretaría de Obras Públicas hasta su muerte, el 13 de enero de 1920. Pero hizo más, pues facultó a sus familiares para que repartieran sus haberes de sus últimos meses de trabajo al Consejo Nacional de Veteranos.

Emilia de Córdoba fue defensora de importantes causas sociales y públicas a favor de la mujer cubana, como su inclusión al trabajo remunerado. Paradójicamente, se conoce muy poco sobre esta patriota cubana, pionera en ejercer un cargo público, salvo que fue la primera mujer a cuyo honor se le erigió una estatua.

Esta está ubicada en el llamado Parque Córdoba, frente a la casa que le sirviera de residencia en La Víbora y que, por cierto, este año cumpliría 95 de haberse erigido. En su momento, la obra del arquitecto italiano Ettore Salvatore fue todo un acontecimiento popular.

Al cumplirse 170 años de su nacimiento, valdría la pena saldar deudas cuanto antes y visibilizar en toda su proyección la vida y obra de esta mujer, que fue símbolo de entrega a la causa emancipadora y la primera cubana en ejercer como mecanógrafa en una oficina del Estado.

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