Fotos: Tomadas de la Página Facebook Habana Clásica
Por Lianne Garbey Bicet
Bajo el cálido resplandor de luces tenues, el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, en La Habana, se preparaba para acoger una noche que prometía ser histórica. En un ambiente que recordaba a los clásicos clubes de jazz, el escenario estaba listo para un encuentro musical excepcional, uno que simbolizaría la fusión cultural entre Cuba y el mundo árabe. Mientras las luces suaves y estratégicamente colocadas bañaban el escenario, creando una atmósfera íntima y acogedora, la anticipación en el aire era palpable.
En los momentos previos al concierto, Marcos Madrigal y Lorenzo Suárez, el director artístico y productor general del Festival de Música Habana Clásica, respectivamente, presentaron lo que sería una velada inolvidable.
La acústica del lugar auguraba una experiencia auditiva excepcional, prometiendo que cada nota y melodía resonaría no solo en el teatro, sino directamente en el alma de cada espectador.
Esta noche especial estaba destinada a ser más que un concierto; era un puente musical entre distintas culturas, una celebración de la armonía y el entendimiento a través del arte.
El evento, organizado por Habana Clásica y el Fondo de Arte Joven (FAJ), hizo posible la magia y abrió un portal hacia la rica herencia musical del Magreb y del Golfo Pérsico, desde el corazón de la capital cubana.
La presencia estelar de la cantante tunecina Afef Elouni y su amiga la oudista Nada Mahmoud añadió un brillo especial a la noche, para compartir con el público el legado artístico y la profundidad emocional de su música.
La primera parte del concierto destacó por la profundidad de la música árabe, con actuaciones que resaltaban la emotividad inherente a este género.
La voz, acompañada por el oud, creó un ambiente íntimo, mie tras exploraba temas de amor, melancolía y la evolución social y cultural en el mundo árabe.
La música de destacados compositores libaneses y tunecinos se mostró la fusión de elementos tradicionales y modernos.
El ambiente se llenó de una intensidad emocional única, donde era palpable la complicidad y conexión entre la intérprete y la oudista, reflejando una pasión que se hacía evidente en sus rostros con cada nota interpretada.
La presentación se enriqueció con la participación de tres destacados músicos cubanos: el pianista Ernesto Oliva, la contrabajista Olivia Rodríguez y el percusionista Alejandro Aguiar.
Con ellos sobre el escenario, el público disfrutó de la adaptabilidad y riqueza de la música clásica árabe.
Esta música, conocida por su versatilidad y capacidad para incorporar sonoridades contemporáneas, españolas, africanas y hasta cubanas, se transformó en un puente cultural en el escenario.
La integración de instrumentos como el piano, el contrabajo y diversos tipos de percusión, por parte de los músicos cubanos, creó una sinergia musical excepcional, que provocó la ovación de los presentes al final de cada pieza.
La esencia de la música árabe: una celebración de talento femenino
La presentación de Afef Elouni y Nada Mahmoud, en la quinta edición del Festival Habana Clásica, fue una experiencia embriagadora y sublime.
Esta colaboración se desplegó como un tapiz sonoro tejido con hilos de tradición y modernidad, iluminando la noche habanera con destellos de un arte clásico y ancestral, llevado magistralmente por estas dos exponentes femeninas.
Afef Elouni, con una voz que encarna la esencia del canto árabe magrebí y gitano, se erigió en el escenario como una poeta de melodías, al narrar historias a través de sus canciones, que parecían fluir como aguas de un manantial ancestral.
Nada Mahmoud, por otro lado, con su dominio virtuoso del oud, aportó una dimensión meditativa y profundamente conmovedora al concierto.
Su habilidad para fusionar técnica y emoción convirtió su actuación en una narrativa musical, donde cada composición contaba una historia, cada acorde dibujaba un paisaje.
La presencia de Nada en el escenario era una evidencia palpable de la rica herencia musical de Túnez y la influencia indeleble de las mujeres en ella.
En esta quinta edición, el festival encontró en Afef Elouni y Nada Mahmoud una expresión vibrante y contemporánea de la música árabe, una rica tradición musical que a menudo permanece en la sombra en el mundo occidental.
La actuación fue un recordatorio luminoso de la diversidad y profundidad del patrimonio musical mundial e invitó al público a adentrarse en un universo sonoro lleno de historia, emoción y belleza.
Al finalizar el concierto, el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, en La Habana, se llenó de una ovación estruendosa, con el público puesto en pie y expresando, a través de cada aplauso, su admiración y agradecimiento. En el escenario, los rostros de Afef Elouni y Nada Mahmoud, junto al resto de los músicos cubanos, irradiaban una alegría desbordante y reflejaron la emoción de una noche inolvidable. Este momento de satisfacción colectiva no era solo el final de una actuación musical; era la culminación de un viaje extraordinario a través de culturas y emociones, un testimonio del poder de la música para unir y celebrar la diversidad cultural de los pueblos del mundo.
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