Por Marilys Suárez Moreno
Las fechas se entrecruzan en octubre, un mes de significativa presencia en la vida del pueblo cubano. A efemérides de tanta contundencia como el inicio el 10 de 1868 de las luchas independentistas, la Crisis de Octubre y del derribo terrorista del avión de Cubana en aguas de Barbados, el 6 de octubre de 1976, se les suma la caída del Che en Bolivia y la desaparición física del legendario Comandante Camilo Cienfuegos, el 28 de octubre de 1959. Todos hitos culminantes de nuestra historia.
Por varias generaciones, las Camilas y los Camilos han florecido en Cuba. El nombre del Héroe de Yaguajay y de cien batallas más deviene renuevo continuo e inmortal y desata la evocación hacia aquel mítico barbudo que muchos consideran real imagen del pueblo.
La desaparición física del Héroe de Cien Batallas conmocionó a Cuba entera, que reconocía en él al hombre jovial, dicharachero, pero también altruista y solidario, como aprendió de sus padres y demostró durante la Guerra Civil Española, cuando con su familia se involucró en colectas públicas para los huérfanos de aquella contienda.
Destacado guerrillero e intrépido revolucionario, Camilo encarnó a uno de los más grandes combatientes de nuestro victorioso Ejército Rebelde. Último de los expedicionarios en enrolarse en la expedición del Granma, había escrito desde su exilio en los Estados Unidos: “Fidel es la esperanza de libertad para el pueblo cubano”.
Fue en la Navidad de ese mismo año 1956 que el tercer varón de la familia Cienfuegos-Gorriarán pudo reunirse con Fidel y con un pequeño grupo de sobrevivientes. Luego vendría el combate de La Plata, donde se destacó por su valor y audacia; y el del Uvero, donde el naciente Ejército Rebelde alcanzó su mayoría de edad, según palabras del Che.
Se sucedían las escaramuzas y combates y tanto el Che como Camilo se destacaban cada vez más con las armas en la mano. Pronto fue ascendido a capitán y jefe de la vanguardia de la columna cuatro al mando del Che; un mes después, Camilo peleaba en Mar verde contra las tropas de Sánchez Mosquera. Herido en Pino del Agua, ganó el llano en la zona del Cauto, en el Oriente cubano, donde realizó numerosas emboscadas, sabotajes y desarrolló las fuerzas del Movimiento 26 de Julio en ese territorio.
Ya en el centro del país y al frente de su columna dos “Antonio Maceo”, tomó cuarteles y reorganizó el Frente Norte villareño, en medio del despliegue enemigo y el bombardeo incesante de su aviación. La toma de Yaguajay por él y de Santa Clara por el Che, fueron el colofón de sus hazañas guerrilleras, tras el triunfo revolucionario del primero de enero.
En viaje de regreso a La Habana, tras hacer abortar la conspiración que culminó con la captura del traidor Hubert Matos en Camagüey, la avioneta bimotor en que Camilo Cienfuegos viajaba junto a su escolta y el piloto se perdió en el mar, en medio de una tormenta. El 21de ese mismo mes de octubre, en un acto de reafirmación revolucionaria en la capital agramontina, había dicho:
"Esta Revolución es hasta los límites finales. Esta Revolución será hasta la meta trazada. Esta Revolución, como en los días de la guerra, tiene dos caminos: vencer o morir. Y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final”.
Tras dos semanas de intensa búsqueda, al informar la noticia de su pérdida, Fidel diría: “En el pueblo hay muchos Camilos y en eso es en lo que debemos pensar”.
El Che, a quien Camilo admiraba como guerrillero ejemplar y jefe indiscutible, a quien el Héroe de Yaguajay llamaba “profesor”, escribió hermosas palabras sobre su compañero de armas:
“Recordar a Camilo es significar la paradoja de la muerte y Camilo es presencia viva de la Revolución cubana, inmortal por naturaleza”.
Ejemplo permanente de evocación cotidiana, Camilo es huella indeleble de la Revolución y el pueblo, que lo puso en ese lugar privilegiado de la historia.
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