viernes, 8 de septiembre de 2023

Acoso laboral: un asunto pendiente que demanda respuestas urgentes



Por Carmen Maturell Senon

Comenzó con insinuaciones sexuales y, al no recibir respuestas, buscó otro modo para destruirla. Los insultos degradantes, las llamadas consecutivas para que asistiera a su oficina y las órdenes de quedarse después del horario laboral ocasionaron en ella daños a su salud física y mental.

Pasadas muchas tormentas, decidió buscar ayuda. No fue hasta toparse con la Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias que obtuvo la atención que necesitaba.

Sin embargo, el mal ya estaba hecho, la comisión médica determinó jubilarla. Y aquel hombre, desde su posición de poder, continúa acosando a otras mujeres que, por miedo, callan. 

Este suceso puede parecer ficción, pero es uno de los casos de acoso laboral que existen en la provincia Santiago de Cuba. Son prácticas legitimadas, muchas veces invisibilizadas, que tienen como trasfondo la relación de poder entre el hombre y la mujer. 

Acoso, otra práctica más

El acoso laboral, conocido también como mobbing, constituye otra expresión de la violencia de género. Se describe como una forma de maltrato psicológico o moral, dentro del contexto de trabajo, caracterizado por un hostigamiento persistente y continuo. 

«Entre las señales principales, aparece la desvalorización de las personas, humillación frente al colectivo, imposición de tareas más allá de las que le corresponde, el intento de promover encuentros fuera del horario laboral y otras manifestaciones que impiden el desarrollo de esa persona», así enumera María Julia Jiménez Fiol, coordinadora de la Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias en Santiago de Cuba e integrante de la cátedra “Género y Sociedad” de la Universidad de Oriente. 

 
Las manifestaciones de acoso laboral pueden ser sutiles o evidentes, pero todas tienen un impacto negativo en la salud/ Carmen Maturell Senon

La especialista del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), María Teresa Díaz Álvarez, refiere que sus causas tienen que ver con las razones históricas y culturales de dominación que sustentan la violencia contra mujeres, niñas y adolescentes. 

Es decir, su origen está en las sociedades patriarcales y se torna una práctica invasiva, porque son acciones mediante las cuales el acosador impacta en sus víctimas y las obliga a interactuar.

 No es menos cierto que las mujeres son las principales víctimas, pues mediante el abuso de poder, los hombres se ven con el derecho de oprimir, agredir y manipular. 

Justo ahí yacen los mitos y estereotipos sexistas que, como si fuera un legado cultural, subsisten en la sociedad. 

Con una visión más teórica, la especialista de la OAR advierte que nosotras hemos sido las que más hemos estado sometidas a estas formas de violencia. «El victimario se vale del privilegio y utiliza diferentes estrategias de coacción y hace suyo el derecho de irrumpir en las vidas a cualquier precio.

«Esto no descarta el hecho de que los hombres también pueden ser víctimas de acoso. Sin embargo, lo que se debe negar es que descansa en las mismas razones que sustentan la violencia contra la mujer». 

***

Susana* también fue víctima de aquel hombre. La situación se venía prologando por más de seis meses y no sabía cómo detenerlo. Al ser su jefe, tenía miedo que la echaran del trabajo, su único sustento. 

Aquel día el custodio la llamó, ya sospechaba para qué. No deseaba ir y buscar una justificación sería inútil. 

Eran las 5:00 de la tarde, las personas se estaban retirando del centro, pero él la mandaba a buscar en ese horario, se desquitaba con humillaciones y sobrecargaba su faena. 

Susana había enfermado de los nervios producto a esta ya reiterada situación.

Decidió sacar un certificado, porque pensó que así mejoraría. Más bien ella sólo ansiaba estar lejos de allí. Pero la persecución no terminó. La llamaba cada día y le exigió hacer entrega de su puesto de trabajo. 

Acoso bajo la lupa 

El vigente Código de Trabajo no intuye de manera explícita la existencia del acoso laboral, aunque sí evidencia que el empleador debe de garantizar las condiciones de trabajo adecuadas, la protección a la integridad física y psicológica de los demás trabajadores. 

Sin embargo, la conducta delictiva se inscribe en el nuevo Código Penal, en el Título X, denominado “Delitos contra el orden económico nacional”, específicamente en el Capítulo 3 sobre los derechos laborales. 

«En este caso, el delito no está marcado por una connotación sexual, sino que se refiere a quien acose directa o indirectamente a través de acciones de aislamiento, amenaza, exigencia o cualquier otro acto, capaz de producir que el trabajador se sienta aislado, amenazado. Que afecte los derechos laborales de las personas», explica Myrna Méndez López, profesora titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oriente. 

Así pues, bajo la tutela de dicho precepto se sancionará a la persona que infrinja la ley, siempre y cuando sus acciones cumplan con lo requerido.

Sobre esto, Méndez amplía que se agrava la sanción cuando la víctima es una persona menor de 18 años, también cuando es subordinada del responsable del delito y en el caso de que la infracción se cometa por consecuencia de violencia de género. 

Para la realización del presente reportaje, la autora indagó sobre el caso de acoso laboral que se narra en estas líneas y existe la posibilidad de que la persona que incurrió en el delito salga ilesa. Concerniente a esto, las especialistas explican: 

«Estos delitos son muy difíciles de demostrar, porque ese hostigamiento, esos fines de hacer sentir mal a la víctima se cometen, en muchas ocasiones, en soledad», advierte la también abogada Myrna Méndez. 

Escucha aquí el podcast sobre los delitos en soledad

Para Leizy Moreno Campa, fiscal del municipio Santiago de Cuba que atiende en mayor parte las reclamaciones en materia laboral, el mobbing es novedoso y quedan varias normativas por trazar. 

«A veces los responsables de atender estos hechos no saben cómo dirigir la investigación. Para poder demostrar que la persona realmente incurrió en el delito, la probanza tiene que estar plena. Si no hay suficientes elementos, es difícil de sancionar». 

Se dificulta comprobar la cifra exacta de víctimas por acoso laboral en lo que va de año. Pero, según datos del Ministerio de Trabajo, en la ciudad santiaguera, al cierre de 2022, se constataron cinco casos relacionados con esta manifestación de violencia, todos atendidos por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) con antelación.

Quizás parezca un dato irrelevante en comparación con otros problemas que atañen al país, pero el acoso, provenga de cualquier persona y lugar, vulnera el alma y se instaura en la cotidianidad, a través de la regla normalizada: dominación masculina y sumisión femenina. 

Así lo corrobora Israel Riverón Sánchez, subdirector provincial de empleo de la dirección del Ministerio de Trabajo en Santiago de Cuba, al decir que las principales tendencias de discriminación en el ámbito institucional están enmarcadas en el sexismo y mitos en el empleo. 

«Lamentablemente, hemos tenido casos de acoso y violencia de género porque todavía persiste una cultura prejuiciosa, más allá que desde el punto de vista estructural y normativo no se acepta la violencia en el ámbito social y laboral.

«En este sentido, se están diseñando acciones porque es un fenómeno que existe y nosotros tenemos la responsabilidad de enfrentarlo», añade. 

En busca de soluciones

La violencia de género concierne a todas las personas por igual y es necesario realizar acciones encaminadas a su erradicación.

La FMC, de conjunto con otras organizaciones, trabaja en la búsqueda de estrategias para prevenir y enfrentar dicho flagelo. 

En el territorio santiaguero, la Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias ha sido decisiva en proporcionar alternativas y ayuda integral a las mujeres afectadas por acoso laboral. Sin embargo, aún queda mucho por hacer en materia educativa y legislativa. 

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https://www.mujeres.cu/art.php?NTExODE= 

Al respecto, Israel Riverón Sánchez advierte que se encuentra en estudio un protocolo de actuación en contra de la discriminación y violencia. 

Un protocolo que –según plantea– contribuirá a que se eliminen estos hechos. «Ahí se definirán las aristas fundamentales, las funciones de los organismos y métodos de compensación, pero cada entidad tiene que aterrizar el suyo propio». 

Si bien en estas situaciones la denuncia es la mejor opción para detener los episodios de acoso, uno de los retos es que la institución encargada de velar por el orden público preste más atención a los asuntos sobre violencia de género y cumpla debidamente con lo plasmado en las leyes.

Otro desafío es la visibilización de estas expresiones en los medios de comunicación. María Teresa Díaz, especialista de la OAR, alega que ello contribuirá a que las mujeres puedan identificar cuándo están en presencia de dicha manifestación. 

«Además, hay que levantarles la autoestima. Decirles que son personas con vida propia, con capacidades para decidir sobre sus actos y, sobre todo, explicarles que no son culpables, porque nada justifica el ejercicio del acoso y nadie tiene que utilizarlo como forma para castigar o doblegar», añade. 

Poco se sabe del destino final de los casos de acoso laboral plasmados en estas letras, hasta el momento continúan en litigio. 

Pero, mientras que el hacha va y viene, aquel directivo sigue en su puesto acechando a otras mujeres. A menos que se adopten las medidas requeridas, el acoso laboral seguirá siendo un asunto pendiente, que daña la integridad de muchas mujeres cubanas. 



Notas:

*El nombre marcado ha sido cambiado para proteger su privacidad.


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