miércoles, 23 de agosto de 2023

FMC: Con aroma de juventud

 



La FMC busca alcanzar una sociedad  donde las cubanas ocupen un lugar cada vez más protagónico, con mecanismos que coadyuven al empoderamiento femenino y a la igualdad de oportunidades.


Por Marilys Suárez Moreno


¡Mamá, ya soy mujer! La exclamación de Mariana dejó atónita a la madre que, en un instante, se hizo mil preguntas. En realidad, la intención de la hija era comunicarle a su mamá que ya integraba las filas de la Federación de Mujeres Cubanas, pues había arribado a los 14 años y, como otras muchachas a lo largo y ancho del país, ya era federada; paso obtenido en un matutino especial de la Escuela donde estudiaba.

A los 14 años, edad en que muchas jovencitas como Mariana se hacen integrantes de la Federación de Mujeres Cubanas, la pertenencia engendra no solo orgullo, sino preparación y responsabilidad.
 
A partir de ese momento, la nueva federada participará activamente en las tareas de la organización, a la par que continuará sus estudios para hacerse útil a sí misma y a la sociedad. Pero no puede verse el ingreso de estas muchachitas a la FMC como un simple acto en la delegación, el bloque o el matutino de su escuela, lo que nos parece válido y bonito también: sino como algo especial y único para la agenda de la organización y las catorceañeras.

El suceso --como acaba de acontecer por estos días en el Memorial José Martí, con motivo de la iniciación en la FMC de muchachas de todo el país, a propósito del aniversario 63 de la Federación-- debe revestir solemnidad, alegría y contar, además, con la presencia de los padres, familiares y hasta los novios de las jovencitas que arriban a los 14 en cada barrio, comunidad o municipio del país

Desconozco si sucedió así con Mariana, pero no me parece. Hace un tiempo, pregunté a varias jovencitas próximas a cumplir los 14, por la edad casi listas para recibir el carné que las acredita como integrantes de la F MC. Al inquirir sobre qué sabían de esa organización, abrieron los ojos y se miraron entre sí, desconcertadas. Luego, con cierta timidez, dijeron que sus madres y abuelas eran federadas y que alguna vez las habían acompañado a alguna reunión u otra actividad.

En realidad, muchas jóvenes arriban a los 14 años y no tienen muy claro lo que significa pertenecer a la organización que agrupa a más de cuatro millones de cubanas. Aunque muchas de ellas ya iban con sus madres a las reuniones, participaban y hasta ayudaban como activistas, la realidad prueba que resta mucho por hacer en este sentido.

Lo primero: quitar todo formalismo al ingreso de esa hornada juvenil, otorgándole la connotación que el suceso en sí reviste. De hecho, deben ser enamoradas, atraídas a la FMC por sus mayores y convertirlas en portadoras de ideas renovadoras, sin apartarse de la historia y los contextos de una organización que hizo una revolución dentro de la revolución, como tantas veces se ha dicho.

Unirlas a los proyectos socio-políticos que se gestan, a los objetivos más prioritarios de la organización, de conjunto con la familia; tratar de que las creatividades desenfadadas de estas muchachas estudiantes, de nivel medio en su mayoría, dinamicen con aroma de juventud esa integración y verlo como un rasgo multigeneracional significa darles un voto de confianza a su accionar, porque a partir de ahora ellas formarán parte indisoluble de esa cantera encargada del fortalecimiento de la estructura de base de la FMC en todas las instancias.

Las jóvenes poseen suficiente protagonismo para potenciar sus filas desde la visión combinada de sus deberes y sus propias interrogantes. Dedicarles tiempo, seguirlas en su responsabilidad y evolución, apoyarlas, preocuparse por sus problemas y los de sus familias y buscar fórmulas motivadoras que las comprometan con el cargo --porque es ahí donde las necesita la Federación-- son prioridades que deben pasar, incluso, por el trabajo de captación desde el nivel medio de la enseñanza, a través de matutinos, seminarios y concursos de conocimientos que motiven y atraigan a la futura cantera juvenil de la FMC.

Que ello requiere de un trabajo personalizado, es cierto; de una labor concreta con los cuadros y reserva que posibilite e incremente la labor político-ideológica, a fin de dinamizar y ampliar el compromiso con la base, a partir de las propias afinidades, también. Todo ello pasa por incitarlas, hacer que se sientan útiles y disfruten de la labor que realizarán desde las delegaciones y bloques de las comunidades donde ellas mismas han vivido, viven y se forman.

Son otros tiempos y hay que actuar creativa e innovadoramente, a fin de propiciar una mayor participación juvenil en las ocupaciones de la organización, que engendre pertenencia y enorgullezca a la vez. Elegir a las más idóneas y prepararlas para los cargos que desempeñarán como garantía de una continuidad que no pueda obviarse demanda un tratamiento especial, atemperado a sus edades, capacidades y a esta época no menos compleja que la vivida por sus antecesoras. El ejemplo y el respaldo de las federadas de experiencia serán un acicate.

Alguien convencida de la necesidad de incorporar a las nuevas generaciones a este proceso, que va mucho más allá del tránsito generacional, es la propia secretaria general de la FMC Teresa Amarelle Boué. Según ella, la Federación debe trabajar más con la juventud en el nivel medio de la enseñanza y aprovechar esos espacios estudiantiles para que conozca más de la historia y el accionar de la FMC y de lo que representó el liderazgo de Vilma, su fundadora.

Hoy, ha dicho Teresa, muchos secretariados de delegaciones y bloques son dirigidos por compañeras de experiencia y muchachas de diferentes edades, más del 30% de ellas son jóvenes, una proporción que se pretenden elevar desde ya.

En su aniversario, la FMC busca alcanzar una sociedad donde las cubanas ocupen un lugar cada vez más protagónico, con mecanismos que coadyuven al empoderamiento femenino y a la igualdad de oportunidades, en una sociedad despojada de violencia en género. Asunto que preocupa y ocupa a la organización, comprometida con la plena igualdad de derechos y que ha desarrollado --y no deja de hacerlo-- un notable trabajo para lograrlo.

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