Ilustraciones: Postales que acompañan el estudio desarrollado. Karla Callava / IIPJM - Oxfam.
Por Gabriela Orihuela
La bella conductora; la voz melodiosa y suave de la locutora; los hombres héroes y centro de noticias; las mujeres que tienden a ser las ayudantes, novias o esposas de las figuras principales o las protagonistas de noticias secundarias, poco importantes, relacionadas siempre en todo caso con el ámbito de lo considerado femenino, la chica autoritaria y fuerte que tildan de hombre.
La mujer llorona que no sabe lo que desea; las mujeres que no tienen en ellas el mismo valor que en ellos; ellas son siempre “lo no masculino”; las jóvenes sexis y de gran cuerpo, las objetos; las que necesitan maquillarse, peinarse o vestirse caro para ser felices; la belleza en sí como aspecto fundamental en aquellas que trabajan a la vista del público; la esfera fundamental: la doméstica; el liderazgo que ya tiene dueños. Todo eso nos venden los medios de comunicación.
«El patriarcado, actualmente, se (re)produce, se enseña e, incluso, se introduce ideológicamente en cada resquicio social y también en nuestros cuerpos, a través fundamentalmente de los medios de comunicación de masas. Pero lo hace en silencio, es el sistema, el hábitat, que no se nombra.