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lunes, 23 de septiembre de 2024

Bella Nieve, incansable maestra de la vida



Texto y Foto: Orlando Fombellida Claro


A sus 84 años, la cubana Bella Nieve Ledea Brizuela, vecina de la ciudad de Bayamo, en el oriente de la mayor de las Antillas, es una incansable maestra de la vida.

Vino al mundo el 14 de agosto de 1940, en el poblado de Jiguaní, cabecera del actual municipio homónimo, a 26,6 kilómetros de la capital de la provincia Granma, en la carretera vía a Santiago de Cuba.

"Nací en una humilde casa de paredes de yagua y techo de guano de Palma Real, con piso de tierra", afirmó sin sonrojo en declaraciones exclusivas.

A muy temprana edad, dijo, brotó en ella la pasión por la lectura de cuanto papel escrito caía en sus manos y, para poder comprar libros usados, cuidaba entonces al hijo de una vecina, con lo cual ganaba dos pesos al mes.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Isa, sigues por aquí…


Rememorando el cumple de Isabelita Moya, una amiga y colega a la que seguimos celebrando. Foto: Randy Rodríguez Pagés

Por Sara Más

Cuando, hurgando atrás, aparece el primer recuerdo de Isa en la memoria, ella emerge moviéndose ágil y feliz por los pasillos y escaleras del Dihigo, el edifico de la Facultad de Artes y Letras donde se hacía periodista y, a su paso, contagiaba a cualquiera con su alegría pegajosa.

Eran los días en que Isa entraba al aula de primer año de periodismo, estando ella en cuarto de la carrera, y lo hacía para reunirse afablemente con aquel grupo que iniciaba su vida universitaria. Ella era una suerte de madrina asignada que asistía a las reuniones, intercambiaba, contaba, ayudaba y lo hacía reflexiva y locuaz, pero a la vez siempre sonriente. Allí se volvía una más del aula y terminó siendo una amiga.

Así la conocí y muy pronto la sentí cercana. Era una muchacha empática, muy empática, de esas que de primera caen bien, y además muy transparente, de las que no logran ocultar lo que piensan porque primero la delatan sus ojos –como que hablaba con ellos-- y luego, con palabra incontenible, te soltaba lo que pensaba: nunca en tono grave, siempre en clave conciliadora y sonriendo. A veces, incluso, con tremenda carcajada.

La vida la puso, como ella misma ha contado, en el camino de una publicación que no le atraía ni interesaba mucho. Pero como era una muchacha sensible, con un optimismo a toda prueba, una voluntad impetuosa y un corazón gigante en medio del pecho, la revista Mujeres, donde la recordamos siempre, terminó siendo su casa, su sueño y su desvelo.