Bella Nieve, incansable maestra de la vida

Texto y Foto: Orlando Fombellida Claro

A sus 84 años, la cubana Bella Nieve Ledea Brizuela, vecina de la ciudad de Bayamo, en el oriente de la mayor de las Antillas, es una incansable maestra de la vida.

Vino al mundo el 14 de agosto de 1940, en el poblado de Jiguaní, cabecera del actual municipio homónimo, a 26,6 kilómetros de la capital de la provincia Granma, en la carretera vía a Santiago de Cuba.

"Nací en una humilde casa de paredes de yagua y techo de guano de Palma Real, con piso de tierra", afirmó sin sonrojo en declaraciones exclusivas.

A muy temprana edad, dijo, brotó en ella la pasión por la lectura de cuanto papel escrito caía en sus manos y, para poder comprar libros usados, cuidaba entonces al hijo de una vecina, con lo cual ganaba dos pesos al mes.

Si bien le desagrada el recuerdo, no puede olvidar cuánto lloró ante la posibilidad de tener que dejar la escuela, en cuarto grado; y para evitarlo lavó y planchó ropa de noche, utilizando planchas de hierro calentadas con carbón o leña.

Ahora lleva un bastón y su caminar es lento, pero antaño, en Santiago de Cuba, recorría 20 cuadras por la mañana y luego las desandaba en la tarde, pues carecía de fondos para pagar pasajes en guagua.

En esa ciudad, adonde fue a estudiar el octavo grado, vivió con una tía y, ya entrada la noche, después de hacer las tareas escolares, leía hasta que se le cerraban los ojos, evocó Ledea Brizuela.

Como estudiante de segundo año de la Escuela Normal para Maestros de La Habana, en 1961, Bella Nieve no dudó un segundo en incorporarse a la Campaña Nacional de Alfabetización, hazaña de la triunfante Revolución cubana, que permitió erradicar el analfabetismo y facilitar el acceso universal y gratuito a los distintos niveles de educación en el país.

Dedicada a enseñar a leer y escribir a campesinos de la Ciénaga de Zapata, al sur de la provincia de Matanzas, la sorprendió la invasión mercenaria por Playa Girón, en abril del propio 1961.

Allí, escondida en una casimba, supe cuán duro aprietan los cangrejos con la menor de sus dos pinzas, recordó.

Posteriormente, y haciendo realidad el sueño de su vida, comenzó a trabajar como maestra en la Sierra Cristal, al noreste del actual territorio de Holguín.

A partir de entonces y hasta su jubilación en 1996, sus alumnos pueden contarse por cientos, la mayoría de ellos en escuelas granmenses.

No obstante, la creación en Cuba de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor, en el 2000, abrió las puertas de una nueva aventura de trabajo y conocimientos para esta incansable mujer.

Ledea Brizuela figura como fundadora de la iniciativa en Jiguaní y, al trasladarse a Bayamo, asumió la atención de dicho proyecto, en coordinación con la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia.

"Esa posibilidad resultó muy gratificante y me ha servido de retroalimentación, pues estar en igualdad de condiciones con mis compañeros favorece las oportunidades para investigar y conocer sus necesidades, preocupaciones e intereses", subrayó.

Agregó que es una necesidad prepararse para enfrentar el último tramo de la vida humana con valentía y una alta dosis de autoestima, a lo cual contribuyen las citadas cátedras.

"Bella motiva, entusiasma y da ánimos a las personas mayores para aprender a disfrutar lo que nos queda por vivir", afirmó Leocadia (Leo) Sánchez Vinent, integrante del círculo de abuelos “Jardín de la esperanza”, de Bayamo.

"Más que una alumna, ella actúa como maestra, pues enseña conocimientos a sus compañeros nuevos y también a vivir con optimismo en las edades avanzadas", añadió la Licenciada en Cultura Física Idalmis Silveira Rodríguez.

Autora del libro “Vivencias de una educadora”, así como de investigaciones sobre el lenguaje del niño en las montañas y diversos artículos referentes a educación formal, jóvenes y el surgimiento de la comunidad de Vado del Yeso, en el municipio Río Cauto, Bella Nieve mereció en 2017 el premio nacional Gloria Guerra Menchero, de la Asociación de Pedagogos de Cuba.