Por Marilys Suárez Moreno
Cristian se pasa horas entretenido con los video-juegos y las series que copia en su memoria, Daniel y Beatriz comparten música y juegos en sus respectivos tablets, mientras Juliette y Mónica no se desprenden de sus móviles ni para comer.
Pero las mamás y los papás de cada uno de estos infantes, cuyas edades oscilan entre los 9 y los 13 años de edad, piensan que esos equipos son una bendición, porque los mantienen entretenidos en casa. Claro, a veces pierden la paciencia, porque los llaman para bañarse, hacer las tareas o para comer, y ni se enteran de tan ensimismados que están.
Y como para sí, sus progenitores comentan que ya los y las niñas de estos tiempos ni queman las energías que ellos y ellas dejaban patinando, jugando a la pelota, los yaquis, el pon, a los escondidos, montando carriola y tantísimos otros juegos que hoy se extrañan. Y rememoran con cierta nostalgia sus años infantiles, tan diferentes a los de sus hijas e hijas.