Por
Marilys Suárez Moreno
Celia, indispensable en la guerrilla y en toda la Revolución. Salvaguarda de la historia, quien guardó escritos, anotaciones y cartas para el futuro. A 45 años de su fallecimiento, el 11 de enero de 1980 está más presente que nunca.
Las aguas del Golfo de
Guacanayabo bañaron su nacimiento en Media Luna, al sur de la antigua provincia
de Oriente, el 9 de mayo de 1920. Celia Esther de los Desamparados Sánchez
Manduley se llamó la niña que,
convertida en mujer y con una riquísima historia de luchas por delante,
escribió su nombre para siempre en la historia patria.
Hurgar en sus condiciones sería como bucear en la sencillez, cordialidad, ternura, humildad, aunque muchas, muchas más, fueron las virtudes que la adornaban y que honraban sus raíces cubanas. Huérfana de madre con solo cuatro años, su padre, médico y dentista de profesión tuvo que hacerse cargo de sus hueve hijos. En ese ambiente de dedicación y entrega, de patriotismo y buenas costumbres creció la pequeña Celia, cuya personalidad fue perfilándose y enriqueciéndose al paso de los años y de las enseñanzas de su padre, Manuel Sánchez.