La muerte de José Martí hace 130 años este 19 de mayo, y la proclamación el día 20 de 1902 de una república que negó los ideales libertarios de los hombres y mujeres que lucharon por su independencia y soberanía, matiza esta fecha.
Por Marilys Suárez Moreno
Machetes y balas se enfrentaron en fiera batalla. Corría el domingo 19 de mayo de 1895 y José Martí, el Apóstol de la independencia y la dignidad cubanas, ofrendaba su vida, tras un enfrentamiento con una partida española. "Esto es muerte o vida, y no cabe errar", había dicho.
Cartas y apuntes que corresponden a diferentes lapsos de su existencia, quedaron plasmados antes. Documentos que, según Roberto Fernández Retamar, ninguno supera a los que se recogen en el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, que empezó a escribir a partir del nueve de abril de ese mismo año, cuando embarcó en Santo Domingo con destino a Cuba. Antes le había escrito a María Mantilla: Tengo la vida a un lado y la muerte a otro, y un pueblo a las espaldas.
Como diría Armando Hart, con su gesto y con su guerra necesaria, cuya victoria hubo de ser mutilada y escamoteada, dejó para el futuro, es decir, para nosotros, un ejemplo imperecedero que el Imperio no pudo sacar jamás del corazón de la cubanía.
Pero aquel domingo 19 de mayo de 1895, signado por su caída en Dos Ríos, cerca de la confluencia del Cauto, en el Oriente cubano, el general dominicano Máximo Gómez, que había llegado a quererlo entrañablemente, cavilaba: !Qué guerra esta! Pensaba yo por la noche, que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento.
Semanas antes de su partida hacia Cuba, el 25 de marzo de ese año 1895, le había escrito a su madre, Doña Leonor Pérez, una hermosa y conmovedora carta. “En vísperas de un largo viaje, estoy pensando en usted. El deber de un hombre está allí, donde es más útil, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición. Su José Martí.”
El 14 de mayo, para su contento, el generalísimo Máximo Gómez, en Consejo de Jefes lo proclamó Mayor General del Ejército Libertador y el Delegado del Partido Revolucionario Cubano le ofreció a Gómez el cargo de Mayor General del Ejército mambí.
Para María Zambrano, una personalidad de las letras españolas asentada en Cuba, el Diario decCampaña de Martí no revela huella alguna de presentimiento, ni la más leve preocupación ante la muerte.
Acaso, escribió ella, no imaginaba que iba hacia su fin, o quizá no quiso transcribirlo, más la existencia misma del Diario, su tono y una específica calidad como de misterioso temblor del alma ante las cosas que parecen herirle, fluyen en sus páginas, cuyas anotaciones cesaron el 17 de mayo, dos días antes de su muerte.
El Diario de Campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos, sobresale porque la expresión literaria del Maestro se hace más simple, directa e inmediata. Son meras viñetas que Martí redactó en tono vehemente y espontáneo, al decir de Fina García Marruz y Samuel Feijó, quienes expresaron cosas hermosas de ese Diario.
Con su muerte, Martí ratificó con las armas en la mano, la disposición de luchar por la independencia de Cuba. Tal como había anticipado en su discurso del 26 de noviembre de 1891, ante los tabaqueros de Tampa, al hablar de lo hermoso que sería morir a caballo, peleando por el país, al pie de una palma.
La obra a la que Martí dedicó los años más fecundos de su vida se había puesto en marcha y era indetenible. Como había dicho a su entrañable amigo mexicano Manuel Mercado en carta que este nunca recibió: Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber.
Su dignidad de cubano honesto no le permitió permanecer impasible ante la guerra, en la que él era no solamente su organizador y conductor, sino el alma de aquella gesta.
Por eso, cuando en el campamento en el que en ese momento estaba a cargo se recibieron noticias de que había tropas españolas siguiéndole el rastro a Gómez, no lo pensó dos veces para salir temerariamente a cumplir con su deber, no buscando la muerte, sino para cumplir con su rol histórico, aunque ello implicara el riesgo de morir también.
Minutos después, tres balas españolas lo derribaban de su cabalgadura. Ético, justo y noble, Martí aunó a un lenguaje de elevadísima hondura, pensamientos que son lecciones de sabiduría. Ese fue el sentido de su vida. Una vida a la que nos acercamos un poco más cada vez, como ocurre este 19 de mayo en el Aniversario 130 de su caída en combate.
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