Por Marilys Zayas Shuman
Enero, el primer mes del año, ha llegado con un peso que parece desbordar el calendario. Las noticias duras y difíciles de aceptar han marcado nuestras vidas, dejando huellas profundas en nuestros corazones. La partida de amigos queridos, así como de personas muy jóvenes que dejaron historias de heroísmo y valentía, nos recuerda la fragilidad de la existencia.
Cada pérdida es un eco que resuena en nuestra memoria, recordándonos que el tiempo es un recurso precioso que nunca se detiene, incluso cuando nosotros deseamos que lo hiciera.
En medio de estas reflexiones, nos encontramos con emergencias que surgen a diario en nuestras comunidades. Desastres naturales y la lucha constante por la justicia son solo algunos de los desafíos que enfrentamos.
Resulta doloroso la necesidad insana que tienen algunas personas de hacerle daño a un pueblo que ya ha sufrido tanto. Las decisiones tomadas por el gobierno de Estados Unidos desde la reciente reelección del presidente Donald Trump están dirigidas a intensificar el sufrimiento de comunidades que han luchado por su dignidad y libertad.
Este tipo de acciones nos confrontan con una realidad dificil, donde se busca dividir y enfrentar a quienes han estado unidos en la adversidad.
En momentos de crisis, es fácil dejarse llevar por la frustración y el dolor, lo que puede generar un ciclo de sufrimiento que se extiende más allá de lo imaginable. Sin embargo, en medio de este contexto, es vital recordar que la vida sigue adelante y tenemos la oportunidad de prepararnos para enfrentar los desafíos con valentía y solidaridad.
Es fundamental resaltar la capacidad de resiliencia que posee nuestro pueblo, una característica que ha sido forjada a lo largo de la historia, y que implica resistir, levantarnos y transformar el dolor en fuerza colectiva.
Nuestra historia ha demostrado que nos hemos unido para edificar un futuro donde la esperanza y la solidaridad han sido los pilares fundamentales. Construir la esperanza implica reconocer que, aunque el camino sea difícil, siempre hay espacio para el optimismo.
En este esfuerzo conjunto, cada uno de nosotros juega un papel crucial. La solidaridad se convierte en un puente que nos conecta, permitiéndonos superar las divisiones y trabajar juntos por un objetivo común: el bienestar de nuestra comunidad y el desarrollo de nuestra nación.
Se requiere de empatía, comprensión y una voluntad genuina de apoyarnos mutuamente. Al hacerlo, no solo fortalecemos nuestros lazos como ciudadanos/as, sino que también cultivamos un sentido profundo de pertenencia y amor hacia nuestra patria.
Amar a Cuba significa valorar su riqueza cultural, su historia y su gente. Es un compromiso activo con el bienestar de nuestro país y con la construcción de un futuro donde todos tengamos la oportunidad de prosperar.
Se trata de ser patriotas no solo en palabras, sino en acciones concretas que promuevan el bienestar colectivo. En cada gesto de solidaridad, en cada esfuerzo por mejorar nuestras comunidades, estamos sembrando las semillas de un futuro mejor.
La fe, en sus diversas manifestaciones, ha sido también un pilar fundamental en la historia de nuestro pueblo y en el desarrollo de nuestro proyecto social.
Las luchas y sacrificios de quienes nos precedieron, quienes soñaron con un país libre y soberano. Ese legado nos recuerda que siempre vale la pena perseverar.
Las fuerzas que nos unen nos permiten creer en el poder de la comunidad para sanar e impulsar a cada uno de sus miembros con vistas a construir un tejido social fuerte y resiliente.
Es importante mencionar la fe en los valores humanos, en la confianza en nuestras capacidades como individuos y como colectivo, creer en nuestras habilidades para resolver problemas, innovar y adaptarnos a nuevas circunstancias.
Seamos sororas, apoyemos a nuestros amigos/as y cuidemos las relaciones que nos enriquecen. La vida está llena de altibajos, pero no debemos perder la capacidad de soñar. Los sueños son el faro que nos guía.
Que este año sea un espacio para cultivar la esperanza, para fortalecer nuestras amistades y para recordar que, a pesar de las adversidades y del daño que algunos intentan infligir a nuestro pueblo, la vida siempre encuentra su camino hacia adelante.
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