Martí en el enero de su nacimiento

Por Marilys Suárez Moreno

La Cuba de José Martí no necesita de fechas señeras para tenerlo presente en su diario acontecer. Vale decir, que el mes que inaugura el calendario resulta privativo para el pueblo cubano, porque lo rige la sempiterna presencia de un hombre paradigmático, el más universal de los cubanos. Aquel cuya doctrina fue acicate y grito de guerra para los jóvenes que emprendieron el camino de la lucha revolucionaria, dirigido por Fidel Castro, quien expresó en su autodefensa ante el tribunal que lo juzgó:

“Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro”, y fueron, tras su histórica huella, dispuestos a morir por transformar los destinos patrios o a continuar la lucha si la acción no lograba el éxito esperado, aquel 26 de julio de 1953 en el Moncada.

Dos heroicas mujeres, con una clara concepción revolucionaria y un implícito sentimiento martiano, lo acompañaron en aquel histórico ataque a la segunda fortaleza militar del país.

Eran Melba Hernández y Haydée Santamaría, unidas por el compañerismo y el amor a las ideas del Héroe Nacional de Cuba. Impregnadas como estaban del ideario martiano, las muchachas deseaban hacer algo para salvar a Cuba de tanta ignominia y encauzarla hacia un destino más luminoso, porque todos estaban imbuidos de las doctrinas preconizadas en su ideario por el Apóstol de la independencia de Cuba.

Los jóvenes de la Generación del Centenario, como se dieron en llamar, por conmemorarse aquel año el centenario de su natalicio, se adiestraron de forma discreta y encubierta. “Fue una operación muy audaz, diría Melba, parodiando, quizás, aquella frase martiana: " En silencio ha tenido que ser.

Antes de partir al combate, Fidel se dirigió a sus compañeros en la granjita Siboney para decirles.

“Podrán vencer mañana o ser vencidos, pero de todas maneras, este Movimiento triunfará. Si vencen mañana será lo que aspiró Martí, si no, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba".

Los hechos le dieron la razón. El Moncada sería el punto de partida, el valor de una doctrina y la fuerza de las ideas.