Es el año 1553, la reina Isabel I de Inglaterra tomaba un baño mensual. Dicen que así acostumbraba hacerlo.
¿Cómo es posible que siendo reina, se bañara una sola vez al mes?
En los tiempos de la reina Isabel los baños y el jabón constituían un lujo tan grande que, aun ella, siendo reina, no podía desperdiciar a diario grasas y potasas en la fabricación de jabones. La higiene estaba enmarcada por el desconocimiento y la ignorancia.
En esa época solo la gran aristocracia podía darse el lujo de gastar jabón, aunque fuera de vez en cuando. Por ejemplo, cuentan que en la antigüedad los caballeros andantes ocultaban bajo sus relucientes armaduras gruesas capas de mugre.
Cierto que tres mil años atrás, los egipcios ya tomaban baños perfumados y empleaban «jabón» (una mezcla de arcilla y ceniza, moldeada en forma de pastilla, llamada «susbu»). ¿Y quién no ha oído hablar de los famosos baños de leche que tomaban Cleopatra y Popea, cuya finalidad era mantener la piel suave?
Las bellas princesas egipcias a lo largo del Nilo codiciaban el jabón para sus afamados baños. También, las cortesanas de la Roma antigua se pasaban horas enteras dentro de tinas llenas de burbujas de jabón cuando podían darse el lujo de un baño muy especial.
Las primeras bañaderas con agua corriente aparecieron en Creta, hacia el año 2000 antes de nuestra era. Las romanas acudían a las termas, instalaciones enormes que podían albergar hasta diez mil personas bañándose a la vez. Era un encuentro social.
En fin, dejo a un lado las citas históricas para reafirmar que el jabón no se convirtió en artículo de uso común hasta unos 200 años después del reinado de la famosa Isabel I de Inglaterra.
En 1790, un químico francés llamado Nicholas Leblanc formuló un medio barato para la manufactura de este producto.
Descubrió que la sal de mesa podía usarse como uno de los ingredientes del jabón, en vez de los costosos y escasos álcalis o potasas, como se les llamaba comúnmente. Así se abarató por primera vez su exagerado costo. Gracias al descubrimiento de Leblanc, podía descartarse el lento y costoso procedimiento de producir ceniza de la madera.
Tiempo después apareció otro químico francés, Michel Eugene Chevreul. Este introdujo ciertos tipos de ácidos en la manufactura del jabón, a fin de asegurar un control de los ingredientes y cierta homogeneidad en su producción. Y se inició la carrera de la química en la producción de jabones.
El primer jabón comercial se vendía por kilos. Los dueños de tiendas en regiones rurales lo cortaban de acuerdo con el pedido del cliente.
No olvides que hace unos 150 años atrás, aún muchas amas de casa en el mundo fabricaban sus jabones, guardando las grasas de las carnes, hirviéndolas en ollas y luego mezclándolas con potasa, la cual obtenían vertiendo agua caliente sobre cenizas de maderas duras.
Por eso ahora, cuando tengas cualquier jabón en tus manos, piensa en el largo camino que lo llevó de un artículo de súper lujo a un producto de uso cotidiano, esencial para mantener salud y belleza.
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