Por Marilys Suárez Moreno
Entre el 19 y el 22 de noviembre de 1959, sesionó en Santiago de Chile el primer Congreso Latinoamericano de Mujeres, el cual desempeñó un papel fundamental en la presentación de las principales demandas del movimiento femenino de aquellos años y al que asistieron 530 delegadas de 13 países de la región.
Expresamente invitada, asistía al cónclave una amplia delegación de mujeres cubanas, presidida por Vilma Espín Guillois e integrada por representaciones del movimiento revolucionario clandestino, combatientes de la guerrilla, activistas sindicales y personalidades de la cultura nacional, así como estudiantes, campesinas, intelectuales y profesionales.
La comitiva de la mayor de Las Antillas la integraron figuras como Celia Sánchez, Alicia Alonso, Aleida March, Haydée Santamaría, Clementina Serra, Elena Gil, Rosario García, la madre de Josué y Frank País, entre otras figuras de renombre nacional.
Aquel llamado a la colaboración de las cubanas al hoy histórico cónclave regional invitaba a una pausa a las del patio, inmersas entonces en los preparativos de lo que sería la fundación, a posteriori, de la Federación de Mujeres Cubanas.
Asimismo, propició la creación en Cuba de Comités de Auspicio para sufragar los gastos de la representación femenina que asistiría al evento de Chile.
Era la primera vez que una delegación de cubanas asistía con el mensaje de la Revolución, apenas triunfante, a un evento internacional, el cual sirvió también para estrechar los lazos de solidaridad con sus hermanas del continente, unidas por un batallar común.
La talentosa intelectual cubana Elena Gil tuvo a su cargo la comisión que analizó el tema "Salvaguardar la vida de las generaciones presentes y futuras, la soberanía, el progreso y la cultura de los pueblos", en una labor que dirigió con todo éxito en su relatoría y cuerpo de recomendaciones, lo que le valió la felicitación de la entonces Presidenta de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM), la francesa Eugenie Cotton, conductora del evento y una luchadora antifascista de renombre internacional.
“Mujeres de la América nuestra”, dijo Vilma al intervenir en nombre de Cuba en aquel primer Congreso Latinoamericano de Mujeres: “Traemos el abrazo conmovido de un pueblo que emerge a la libertad”.
Una intervención que provocó el entusiasmo de las delegadas presentes y sus conmovidos aplausos. Luego Vilma ofreció un exhaustivo informe sobre la situación de nuestro país, recién triunfante la Revolución, y reseñó objetivos y estrategias del programa revolucionario a realizar.
"Mujeres de América Latina: unámonos en defensa de la vida" era el lema que presidia la histórica cita que las convocaba en la capital chilena.
El llamado convocaba a las madres, trabajadoras y campesinas: “Mujeres de América Latina, cualquiera que sea vuestra ocupación, vuestra fe religiosa y opiniones políticas, viváis en la abundancia o en la estrechez, este encuentro es vuestro”.
El lema del encuentro inspiró las intervenciones y debates sobre las situaciones desventajosas que sufrían las mujeres en todos los tiempos y latitudes y llamaba a considerarlas como un seres sociales. Tambien senhabló allí de la dignificación de la mujer, su acceso a la educación, la salud, la maternidad, la soberanía y el progreso de sus respectivos países como un todo indivisible, integrafo por madres, trabadoras, ciudadanas con derechos humanos a la igualdad social.
Al término de las jornadas y minutos antes de la lectura de la Declaración Final, un hombre levantó la mano y pidió permiso para decir lo inspirado que se sentía con aquel Congreso que tenía a su país como sede y, acto seguido, leyó un poema que tituló "Al Congreso Latinoamericano de Mujeres". Aquel hombre no era otro que el destacado intelectual chileno Pablo Neruda.
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