domingo, 6 de octubre de 2024

Barbados, una herida incurable

 



“No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos, a las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo viril llora, la injusticia tiembla!”


Por Marilys Suárez Moreno

Año tras año llegamos a la fecha que no olvidamos. ¿Cómo hacerlo cuando se hiere a la patria en lo más valioso que tiene: su pueblo. Es, como acertó a decir Odalys Pérez Rodríguez, la hija mayor del bravo piloto del avión siniestrado en Barbados, “una herida incurable”.

Ella tenía 10 años cuando sucedió la tragedia, pero nunca ha podido borrar de su memoria la emotiva grabación en que se escucha la voz desesperada de su padre, Wilfredo Pérez Pérez, Fello, pidiendo auxilio, tras la explosión de una carga explosiva en el aparato a los pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de Barbados.

Fue el 6 de octubre de 1976. Un cielo claro, despejado de nubes, parecía arropar el avión de Cubana de Aviación que acababa de despegar del aeropuerto de Barbados, pero dentro del aparato, pasajeros y tripulantes vivían minutos de pánico. A quienes presenciaron el hecho desde tierra firme, les pareció que aquel avión en el aire semejaba un pájaro herido.

Una carga explosiva, a solo unos minutos de su despegue del aeropuerto barbadense, lo hería de muerte. La explosión terminaba de hacer sus estragos y el copiloto, creyendo que el avión iba a tomar altura, gritó: ¡Esto es peor! ¡Pégate al agua, Fello! ¡Pégate al agua! Con heroísmo indescriptible, los expertos pilotos de la nave trataron de hacerla regresar a tierra, pero ésta estaba ardiendo y casi destruida y solo pudo permanecer en el aire unos minutos antes de precipitarse al mar.

Y aunque la tripulación hizo cuanto pudo para tratar de salvar la vida de los 73 pasajeros, de ello 57 cubanos, entre ellos el equipo juvenil de esgrima que regresaba victorioso del torneo centroamericano y del Caribe celebrado días antes en Venezuela, la nave, dañada ya en sus entrañas, tuvo en las aguas de Barbados su lecho de muerte y el de su preciosa carga de vida.

Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, actores intelectuales del sabotaje se pasearon durante años por Miami, cobijados por quienes desde Washington los dirigieron, organizaron y financiaron, mientras los familiares de las víctimas y todo el pueblo de Cuba, buscaban su arresto y condena, lo que nunca ocurrió.

El pueblo cubano, emocionado y airado ante el vandálico hecho, desfiló ante los restos de los compatriotas caídos y el día 15 de octubre una inacabable multitud, en representación de todo el país, asistió a la despedida de duelo de las víctimas del desastre aéreo.

Fidel lo dijo así en el acto de despedida simbólica de los restos de nuestros hermanos asesinados en el atroz sabotaje terrorista: “Es inimaginable el drama que tiene que haber significado para los pasajeros y tripulantes la explosión y el incendio, encerrados en una nave aérea.

“Conmovidos, luctuosos, indignados, nos reunimos hoy en esta histórica plaza para despedir simbólicamente los restos de nuestros hermanos asesinados en el brutal acto de terrorismo perpetrado contra un avión civil en pleno vuelo”, dijo Fidel entonces.

“No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo viril llora, la injusticia tiembla!”, dijo Fidel.

La fecha, que no olvidamos, se aproxima con la llegada del décimo mes del año. Este 6 de octubre, instituido como Día de las víctimas del Terrorismo de Estado, arribamos al aniversario 48 de uno de los más crueles actos terroristas.

Barbados es un crimen revivido en la memoria cada 6 de octubre y una herida que no sana, porque nunca hubo justicia.

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