Foto: Tomada de Cubaperiodistas
Una mujer, una autora, una guitarra, eso era Marta Valdés, sin dudas, la compositora más distintiva de la historia musical cubana, porque en sus canciones supo inmortalizar el alma gigantesca de su pueblo, que hoy no la llora, porque ella nos regala cada uno de sus temas, sin sospechar que seguirá nostalgiando nuestros días.
Por Marilys Suarez Moreno
El 6 de julio pasado había cumplido 90 años de edad y aunque estudió Filosofía y Letras en La Universidad de La Habana, su pasión siempre fue la música. Este 3 de octubre día, de su fallecimiento, el nombre de Marta Valdés figura desde ya entre los inmortales del pentagrama nacional.
Afanosa y vital realizó estudios musicales con Leopoldina Núñez y Harold Gramatges entre otros notables maestros e intérpretes y dedicó todo el tiempo del mundo a la música.
Su música se identificaba con canciones inolvidables por su lirismo y el más puro sentimiento, ese que solo es posible encontrar fructificado en obras donde palpita la fantasía, el ensueño, la belleza.
Pero la compositora que había consolidado ya un rico cancionero, reconocido no solo en el mundo sonoro de la Isla, sino en el de Latinoamerica toda, hizo también música para teatro (La casa de Bernarda Alba, El perro del hortelano, etc) y para cine (Lucía, Desarraigo).
Fue además vicepresidenta de la Sociedad Cubana de Autores Musicales, trabajó como asesora musical, fue la autora del libro Donde vive la música, donde se revelaba como crítica musical y acertada entrevistadora. Algo que le venía de sus tiempos de redactora de reseñas, semblanzas y críticas para revistas y periódicos y de notas para discos sobre autores cubanos y foráneos, seguramente.
Pero su evolución musical, las claves de su música, esa imaginación suya que parecía estar siempre de fiesta, son las que viven hoy en la memoria de los enamorados, de los que aman y sueñan, porque hablan de ausencias, pasiones, nostalgias, historias que puede pertenecernos también.
Y en eso Marta Valdés era una verdadera creadora, una autora de culto, una mujer capaz de engarzar hermosas melodías brotadas de su corazón, de sus propias vivencias o inspirada en la vida de otros, como el infortunado poeta matancero José Jacinto Milanés.
La música de Marta ha sido merecidamente difundida, bien recibida e interpretada por los más importantes cantantes del pentagrama nacional, como Miriam Ramos, Elena Burke, Sara González, Bola de Nieve, Fernando Álvarez, Omara Portuondo, Moraima Secada, Vicentico Valdés, Cheo Feliciano, Martirio, La Sonora Ponceña, Argelia Fragoso y otros tantos, que han hecho de temas inolvidables como Tú no sospechas, Llora, En la imaginación, Tu dominas, Canción difícil, Palabras, No es preciso y otras muchas, verdaderas creaciones.
Marta Valdés, su guitarra, sus canciones y su figura menuda de mujer sensible, culta y enamorada del universo musical, pero inflexible con el facilismo y lo comercial nos deja su impronta, su cancionero propio, abierto a todas las formas cantadas, como solía decir, y, sobre todo, esas canciones suyas, de usted, mías, porque nacen del milagro de escucharlas, de la imaginación en fiesta y, seguramente, de los corazones que las reciban porque en ella supo inmortalizar el alma gigantesca de su pueblo.
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