“No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos, a las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo viril llora, la injusticia tiembla!”
Por Marilys Suárez Moreno
Año tras año llegamos a la fecha que no olvidamos. ¿Cómo hacerlo cuando se hiere a la patria en lo más valioso que tiene: su pueblo. Es, como acertó a decir Odalys Pérez Rodríguez, la hija mayor del bravo piloto del avión siniestrado en Barbados, “una herida incurable”.
Ella tenía 10 años cuando sucedió la tragedia, pero nunca ha podido borrar de su memoria la emotiva grabación en que se escucha la voz desesperada de su padre, Wilfredo Pérez Pérez, Fello, pidiendo auxilio, tras la explosión de una carga explosiva en el aparato a los pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de Barbados.
Fue el 6 de octubre de 1976. Un cielo claro, despejado de nubes, parecía arropar el avión de Cubana de Aviación que acababa de despegar del aeropuerto de Barbados, pero dentro del aparato, pasajeros y tripulantes vivían minutos de pánico. A quienes presenciaron el hecho desde tierra firme, les pareció que aquel avión en el aire semejaba un pájaro herido.