Por Alessandra Valera Padilla, estudiante de 4to año de periodismo, Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana
Una lucha de género -como lo es el afrofeminismo- si se piensa como un movimiento nacional, debe verse manifiesta, en todos los territorios, y analizarse, a su vez, a partir de la mirada de las personas que viven en lugares más lejanos a la capital, en zonas rurales y en pequeños pueblos, para entonces poder afirmar un criterio más real y consolidado sobre la existencia y/o puesta en práctica de un movimiento de este tipo.
Cuando se habla de un movimiento afrofeminista en Cuba, los datos, testimonios y criterios, que lo afirmen deben partir de una generalización en gran parte de la Isla, lo que no solo debe incluir a la capital, y a las grandes urbes, sino también a esos territorios más aislados donde menos se protagoniza mediáticamente esta cuestión.
Para dilucidar el comportamiento y conocimiento real del afrofeminismo en toda Cuba, se dialogó con varias investigadoras de distintas provincias del oriente cubano, con el fin de entender, de una manera más teórica, desde sus puntos de vistas, como se expresa la práctica afrofeminista en esa región.
Perspectiva de las expertas
Referente al tema de la existencia de un movimiento afrofeminista consolidado, la profesora Mercedes Cuesta, quien dirige la Cátedra de Estudios Afrodescendientes “Nelson Mandela” en la región oriental, explica que sí existe un movimiento, pero aún no hay una consolidación de sus acciones.
En gran medida, se resume a un conjunto de iniciativas aisladas que transcurren de una forma dispersa y fundamentalmente son desconocidas; porque son el resultado de grupos que no tienen toda la legitimidad, o el reconocimiento.
“Lo que sí creo es que está ocurriendo en todo el país, hay muchos deseos de hacer, y muchas personas luchando por la reivindicación de los llamados afrodescendientes.
No solo en Cuba, sino en toda la región Latinoamericana, se está tratando de rescatar, de reconocer e identificar a aquellos grupos, que étnicamente, tienen una proyección a partir de la ascendencia africana, a nivel cultural y en cuanto a la apariencia”, explica Cuesta.
Según la coordinadora de Mandela en la región oriental, el auge que está teniendo -en la actualidad- la afroestética ha favorecido considerablemente al conocimiento de la lucha, pero falta mucho por hacer todavía; a pesar de las acciones que se están fomentando -incluso desde los programas internacionales de la UNESCO, como el Decenio de los pueblos afrodescendientes que se retoma ahora y se extiende por 10 años más.
Desde la mirada de Susel Abad, profesora de Historia en la Universidad de Holguín, el movimiento afrofeminista en Cuba no se encuentra consolidado. Aunque sí ha logrado avances y una visibilidad importante, se pudiera decir que esos pasos no tienen la misma fuerza en la región holguinera, en comparación con Santiago de Cuba o La Habana.
“Desde mi experiencia, hace quizás 4 años no se escuchaba hablar sobre el papel que desempeñan las mujeres negras en la lucha contra el racismo. De hecho, considero que el uso de los términos afrofeminista, feminsimos negros, mujer afro en el ámbito académico, y en especial en las ciencias sociales es un tanto desconocido, pero a la vez novedoso” expresa Abad.
En el caso de la provincia de Camagüey, la experta en temas de afrodescendencias, Sibelis Celidor García, considera que el movimiento aforfeminista cubano está ampliamente difundido y consolidado, lo que es respaldado por numerosos proyectos. Entre los que cita: Que Negra, Todo Turbante, Mamitis, Esencia Familia y Amor, todos ellos vinculados directamente con el proyecto de la UNESCO “Ruta del Esclavo”.
Alianza activismo- academia
Los movimientos sociales, en su proceso de construcción y desarrollo, generalmente establecen alianzas entre el activismo -el accionar desde la pasión, la identidad y empatía- y la teoría, fase explicativa histórico-político-social de dicho movimiento.
Sin embargo, en algunos casos establecer esa alianza puede costar un poco más de tiempo, debido al desigual interés entre ambas esferas; puesto que el punto de partida activista nace de un sentimiento de justicia proveniente de la empiria, en tanto los procesos teóricos requieren de motivos más científicos y concretos que faciliten una explicación académica de la problemática.
Para Mercedes, la coordinadora de la Cátedra de estudios afrodescendientes en el oriente cubano, la academia y el activismo deben ir de la mano, no se puede tratar; de dos puntos de partida divorciados, en los que: los grupos de intelectuales, estudiosos y conferencistas, defienden la causa desde una mirada, y los activistas desde otra distinta. Sin embargo, ella no considera que en estos momentos existan tales alianzas.
“No encuentro la alianza entre esta intelectualidad, entre estos investigadores, entre la academia y el activismo. Precisamente, en la cátedra nosotros estamos abiertos a todos los que buscan la defensa de los derechos de los afrodescendientes, en este sentido se nos han incorporado muchas instituciones gubernamentales, ONGs y activistas, y siempre encuentro lamentablemente, que frenen a integrantes que vienen del activismo. No, yo no soy de la universidad , yo no he estudiado, y no se dan cuenta que más que una formación, que más que una procedencia académica, lo verdaderamente valioso, lo necesario es aumentar los esfuerzos en pos de un bien común”.
Ante la percepción de la profesora de Historia, Susel Abad la popularidad del movimiento afrofeminista sigue siendo muy baja, por lo tanto la integración en los espacios académicos, de este tipo de temáticas relacionadas con el género siguen siendo poco conocidas entre el estudiantado de la universidad de Holguín.
“No creo que exista tal alianza, estos temas vienen ganando visibilidad en estos últimos años. Como profesora me desenvuelvo en el espacio académico, y siempre que hablo de los feminismos negros o de las desventajas de las mujeres negras en la sociedad, resulta un tema polémico y poco conocido, pues continua la invisibilización del tema racial en los espacios académicos”
Desde otra perspectiva, Sibelis explica que, según su perspectiva, la ciudad de Camagüey es un ejemplo de esa relación entre la academia y el afrofeminismo, proporcionado, sobre todo por la Cátedra José Antonio Aponte dirigida por Rosa María Rodríguez Aguilar.
“El activismo en Camagüey se mantiene estable, con proyectos como Casa Madiva que demuestran que es posible lograr cambios, han sido varios los espacios en los que se ha podido debatir estas temáticas, y en los que ambos: el activismo y la academia se han visto trabajando unidos”.
El proceso para lograr la equidad…
La herencia colonial y el legado esclavista en Cuba forman parte de su construcción social. Lo que dictamina que el país todavía debe enfrentarse a un proceso de depuración en cuanto a sesgos discriminatorios. El Decenio para los pueblos afrodescendientes propuesto por las Naciones Unidas en 2015, fue sin lugar a dudas un primer paso de subsanación en el sistema social, intentando establecer un mayor número de políticas públicas a favor de las personas afrodescendientes.
En el caso particular de Cuba se han impulsado acciones en pro de habilitar las políticas públicas necesarias en este sentido, sin embargo, no siempre son la solución inmediata, falta empatía, comprensión, sobre todo, en la puesta en práctica de los elementos que se estabalecen -en el Programa Nacional de la lucha contra el racismo y la Discriminación racial- por citar un ejemplo.
Los criterios entre las especialistas orientales, coinciden con la idea de visibilizar las medidas propuestas en el Programa, divulgarlas y llevarlas a aquellos lugares más intrincados, y darle mayor protagonismo dentro de las demandas sociales.
La especialista camagüeyana, Sibelis Celidor, con respecto a este tema, refiere que: “Hay políticas públicas a nivel Nacional, provincial y municipal, que se implementan en todo el país, pero es necesario llevarlas a las comunidades más alejadas y marginadas; en esas regiones es donde más se deben conocer”
En tanto, Susel la profesora de Historia, en la Universidad de Holguín, considera que la implementación del Programa Color Cubano, en la provincia, ha sido un proceso cuantificable, convertido en mera recogida de datos.
“Considero que las estrategias y acciones a favor de una mayor equidad de las mujeres afrodescendientes en el territorio, deben ir encaminadas a la puesta en práctica de herramientas para superar los puntos de partida inevitablemente desventajosos.
Debe darse mayor importancia a focalizar y sensibilizar esas diferencias. Se necesita generar más oportunidades para la formación de capacidades, siempre y cuando se actúe de manera simultánea sobre bases estructurales de desigualdad, hablo de desventajas históricas, y causas simbólico-culturales, como lo son: la educación, comunicación, etc, en las que aún persisten prejuicios y estereotipos que se manifiestan a nivel institucional, interpersonal y comunicacional”.
La profesora Mercedes comparte un criterio parecido al de las demás especialistas, basado en el reconocimiento de la existencia de políticas públicas, que considera insuficientes para erradicar las desventajas sociales, con respecto a las personas afrodescendientes y en especial con las mujeres.
“Se han trazado estrategias para lograr la equidad en la población afrodescendiente, pero aún queda mucho por hacer, especialmente en el caso de las mujeres afrodescendientes.
La mirada de las expertas, ofrece un panorama bastante ilustrativo del comportamiento/conocimiento del movimiento afrofemisnita cubano en la zona orinetal del país, sin embargo, sería interesante saber ¿cómo lo perciben los pobladores de la región? En esta encuesta que aparece a continuación se revelan datos referentes a las opiniones de las personas que viven en este territorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario