Por Marilys Suárez Moreno
Este 1ro de julio se cumpleron 135 años que apareció el primer número de La Edad de Oro, revista infantil escrita y dirigida por Martí como una publicación mensual, de recreo e instrucción, dedicada a niños y niñas de América en especial. Una joya que deviene regalo inapreciable de la literatura infantil de todos los tiempos .
Desde tiempo atrás había germinado en él la idea de poner al servicio de las generaciones de su país y del mundo una revista concebida para las infancias, porque “a nuestros niños los hemos de criar para hombres de su tiempo, y hombres de América. Si no hubiera tenido a mis ojos esta dignidad, yo no habría entrado en esta empresa”, dijo.
En el anuncio de la publicación, Martí expresaba a sus lectores infantiles su deseo de que la lectura de La Edad de Oro “le ocupe y regocije, le enseñe sin fatiga, le cuente en resumen pintoresco lo pasado y lo contemporáneo, le estimule a emplear por igual sus facultades mentales y físicas, a amar el sentimiento más que lo sentimental”.
Porque “lleva pensamiento hondo, agregaba, y ya que me la echo a cuestas, que no es poco peso, ha de ser para que ayude a lo que quiero yo ayudar, que es a llenar nuestras tierras de hombres originales, criados para ser felices en la tierra en que viven, y vivir conforme a ella, sin divorciarse de ella ni vivir infecundamente en ella, como ciudadanos retóricos, o extranjeros desdeñosos nacidos por castigo en esta otra parte del mundo.”
Los temas escogidos fueron muchos y diversos, verdaderas joyas que incitaban a vivir la maravilla en cada uno de sus cuentos y leyendas, poesías, aforismos y fábulas. Una de las más logradas muestras de la literatura infantil en lengua española era aquella revista concebida por Martí para los infantes de Cuba y de América toda.
Con palabras bellas y pensamientos aleccionadores, armó un catálogo de virtudes para las generaciones infantiles que recibirían aquella publicación mensual de recreo e instrucción que, todavía hoy, nos incita a vivir la magia en cada una de sus historias.
Nadie más que Martí se encargaba de redactar y diseñar cada mes las 32 páginas de abundante texto de la revista, la cual llevaba ilustraciones de buenos dibujantes, incluso del propio Martí, que incursionó en muchos de sus dibujos.
Una revista atractiva para los niños y jóvenes, pues en cada edición aparecían lecturas que eran verdaderos resúmenes de ciencias, industria, artes, historia, crónicas de viajes, biografías, descripciones de juegos, costumbres y leyendas y hasta referencias autobiográficas y versos. Textos todos con un lenguaje asequible y escogido para los lectores infantiles, sus destinatarios.
De su pluma prolífera salieron cuentos maravillosos, como Los tres héroes, Bebé y el señor Don Pomposo, Nené Traviesa, La muñeca negra, Cuentos de elefantes y Meñique. En esas narraciones, como en todos sus artículos, Martí logró plasmar en forma dúctil y tierna las más bellas ideas para sus pequeños lectores. Formidable tarea que pareciera imposible si no era en manos de ese hombre genial.
Amor y frescura desbordan sus páginas y así lo percibieron los niños de ayer y los de hoy, porque Martí escribió para los niños y las niñas con palabras del corazón. Pero el patrocinador quiso influir y torcer las ideas que Martí expresaba y que, en justicia, era conveniente mantener en una revista de ese corte y estilo, y el Maestro no se avino a ello e interrumpió una obra que amó entrañablemente.
La Edad de Oro dejó de publicarse en octubre de ese mismo año 1889. En esa edición, cuarta y última, les explicaba a sus pequeños lectores el valor de la verdad, “porque a los niños no se les ha de decir mentiras”, apuntaba.
Hubo de transcurrir 16 años para que los cuatro números de la revista formaran parte de un libro, del que se han hecho numerosas ediciones en Cuba y otros países. La idea fue de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, amigo y discípulo predilecto de Martí. La Editora Abril no solo reprodujo el facsímil --que no se había hecho antes, según testimoniaban--, sino publicó sus cuatro números por separado en 1989, centenario de La Edad de Oro. El facsímil reproducido incluyó también los anuncios impresos en la contraportada, a los cuales no se refiere Martí en sus textos.
Libro esencial, hermosísimo, el mejor que se haya escrito nunca para los infantes en lengua española. Todo un regalo que no debe de faltar en ninguna biblioteca infantil y juvenil. Una obra inolvidable, cuyas páginas siempre estarán al alcance de los ojos y el corazón de niños, niñas y jóvenes, convidándolos perpetuamente a su lectura.
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