viernes, 26 de julio de 2024

Melba y Haydée en el julio de sus vidas

 




Melba y Haydée son dos nombres muy conocidos del pueblo cubano. Ellas fueron las dos únicas mujeres que participaron en el asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953; pero además de traspasar los umbrales de la historia por su participación en aquellos heroicos hechos, ambas tuvieron en común un 28 de julio: nacimiento de Melba y fallecimiento de Haydée. Fecha de un mes que, además, las consagró en la historia.

Por Marilys Suárez Moreno

Sus nombres traspasaron fechas y acontecimientos y también rompieron cánones. Fueron las dos únicas mujeres participantes en el histórico asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, y Cuba entera las conoce como las dos heroínas del Moncada. Una y otra, por esas coincidencias de la vida, nacieron y murieron en igual día del mes de julio.

Melba Hernández Rodríguez del Rey nació en Cruces, Villa Clara, el 28 de julio de 1921, y Haydée Santamaría Cuadrado, quien vio la luz en Encrucijada, en igual provincia, falleció en La Habana en similar día del año 1980.

Las dos se conocieron en la primavera de 1952 y desde ese momento sus vidas parecieron unirse para no separarse jamás, pues compartieron clandestinidad y motivaciones revolucionarias con el grupo liderado por Fidel y que pasó a la historia como la Generación del Centenario, por las ideas martianas que sustentaban.

Los tres fueron testigos excepcionales de aquellos hechos, en los que participaron activamente en el grupo que dirigía Abel Santamaría --el hermano de Yeyé, como siempre llamaron a Haydée-- y que tenía como misión la toma del Hospital Civil Saturnino Lora. Ambas mujeres denunciaron los asesinatos de una veintena de combatientes, encabezados por Abel Santamaría, segundo jefe del Movimiento, quien fue cruelmente torturado y asesinado. Ese día Haydée perdió a su hermano y a su novio Boris Luis Santa Coloma.

Sin mucho preguntar, habían partido rumbo a Santiago de Cuba, asumiendo de entrada la parte que se les asignó en el histórico ataque al cuartel Moncada, aquel domingo de la Santa Ana.

Claro que no faltó el deseo de protegerlas. Para Fidel, llevarlas al combate resultaba penoso a su sensibilidad y humanismo, pero valieron más las razones esgrimidas por ellas: “Si estamos en pugna abierta contra cualquier tipo de discriminación, ¿por qué establecer en esto distinciones?

Incluso, durante la vista de la Causa 37, iniciada ese mismo año por los sucesos del Moncada y en la que Fidel asumió su propia defensa, Melba, participante con Yeyé en el asalto a la segunda fortaleza militar del país en Santiago de Cuba y abogada también alzó su voz enérgica:

“Señor Presidente, ¡Fidel Castro no está enfermo!”. Descubría así la supuesta ausencia de Fidel por enfermedad, frustrando lo que ya se tramaba y que el propio Fidel había denunciado: su asesinato en la prisión de Boniato.

Como narró la periodista Marta Rojas, testigo presencial de aquel juicio, quedó más que probado desde el punto de vista jurídico y real que habían participado en los hechos en calidad de enfermeras.

Condenadas ambas a siete meses de prisión, al salir de la cárcel de mujeres de Guanajay, las dos tuvieron una segunda y peligrosa misión que cumplir: quizás la segunda en importancia luego de su participación en el asalto al Moncada: divulgar clandestinamente el “Manifiesto a Cuba que sufre”, y lo que se consideró la tarea más trascendente: editar y distribuir La Historia me Absolverá, que Fidel había reconstruido y hecho salir de la cárcel hoja a hoja.

A fínales de 1956, en espera de la inminente llegada del Granma, Haydée se encontraba entre los organizadores del alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, levantamiento dirigido por Frank País y que estremeció a esa ciudad. La secundaban otras mujeres heroicas, como Vilma Espín, luchadora clandestina y guerrillera que, andando el tiempo, ostentaría la presidencia de la Federación de Mujeres Cubanas.

Yeyé subiría a la Sierra Maestra en distintas misiones encomendadas por Fidel. Una de esas veces, al bajar con una tarea, la dirección del Movimiento 26 de Julio la envió a los Estados Unidos a recaudar fondos y acopiar armas para la guerrilla en la Sierra Maestra, montañas que subiría después integrada a la lucha guerrillera.

Al triunfo de la Revolución, se sumó a las funciones educativas y a la dirección de La Casa de las Américas, que bajo su mandato cumplió una intensa labor de difusión de los valores y la cultura de lo que Martí llamara nuestra América, hasta su muerte el 28 de julio, hace 44 años.

Melba continúo igualmente dedicada a las tareas de la lucha revolucionaria y, entre otras muchas responsabilidades, fue embajadora de Cuba en Viet Nam y Cambodia, así como diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Falleció a los 92 años.

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