viernes, 26 de julio de 2024

Moncada, una lección utilísima

 

“Para nosotros los cubanos no tendría tanta trascendencia conmemorar con júbilo, con entusiasmo, con fervor revolucionario esta fecha, si esta fecha ante nuestros ojos no tuviera el valor de una lección útil, utilísima”.

Por Marilys Suárez Moreno

Cuba entera se estremeció con la noticia de los heroicos sucesos de los asaltos al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, aquel 26 de julio de 1953. El ataque a la segunda fortaleza militar del país por un grupo de jóvenes, al frente de los cuales estaba Fidel Castro, fue el preámbulo de la lucha armada que culminó con la derrota de la tiranía. Era la certeza también de que el triunfo de la misión era posible.

Nada se interpuso porque las ideas tienen que enraizarse en los corazones. Por eso fue tan importante la preparación política de los revolucionarios y las ideas martianas que sustentaban a quienes se denominaron La Generación del Centenario.

Desde la tarde del 24 de julio de 1953, 128 jóvenes emprendieron viaje hacia Santiago de Cuba. La mayoría procedía del extremo occidental del país. Otro automóvil salió desde Colón, en Matanzas, con el doctor Mario Muñoz y Julio Reyes Cairo. Todos se unirían a otros cinco, ya en Santiago. En tren y automóviles partieron los que atacarían el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo.

Fidel entró en Santiago hacia la medianoche del 25 de julio. Se había detenido en Bayamo para impartir las últimas instrucciones. Poco después, en diferentes grupos, saldrían de la granjita Siboney. Por razones impensadas, la fortaleza no pudo ser tomada, pero como declaró luego Fidel, el 95 por ciento de los atacantes muertos no cayeron en combate, sino asesinados después que cesó la batalla.

Los primeros fueron los jóvenes que siguieron a Abel Santamaría, como segundo jefe del Movimiento en la retaguardia. Lo acompañaban su hermana Haydée y Melba Hernández, las dos únicas mujeres de aquel comando aguerrido.

Ninguno de los que asaltaron aquel día la historia, para hacerla mejor, iban con el sentimiento de ofrendarse. Todos creían que la victoria era posible y que el triunfo podía provocar un levantamiento popular o facilitar el paso a las montañas para, desde allí, continuar la lucha; lo que ocurrió luego con la llegada del Granma, la dispersión de Alegría de Pio y el reencuentro en Cinco Palmas.

En la conmemoración por el décimo aniversario del asalto al Moncada y al cuartel de Bayamo, nuestro Comandante en jefe expresó: “Para nosotros los cubanos no tendría tanta trascendencia conmemorar con júbilo, con entusiasmo, con fervor revolucionario esta fecha, si esta fecha ante nuestros ojos no tuviera el valor de una lección útil, utilísima”.

Los crímenes fueron denunciados por Fidel durante el proceso del juicio oral, donde intervino como abogado de su propia defensa y dio a conocer el programa ideológico del Moncada. Aprehendidas sus enseñanzas, el legado de sus héroes y mártires señala el camino.

Transcurridos 71 años de incesante y titánico quehacer revolucionario, el Moncada transparenta la importancia rápida e ininterrumpida que aquel momento habría de alcanzar en la historia de Cuba, la dimensión de una gesta que cambió los destinos de la nación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario