Por Marilys Suárez Moreno
Este 7 de abril, Vilma Lucila Espín Guillois, la admirada y querida Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, cumpliría 94 años. Nacida este día de 1930 en Santiago de Cuba, la recordamos, no solo por sus relevantes valores, sus múltiples condecoraciones, títulos y merecimientos, como el titulo honorifico de Heroína de la República de Cuba, sino y en especial por su tenaz e incansable lucha por la emancipación de la mujer.
Modesta, natural, autentica, Vilma supo devolver sonrisas y prodigar querencias al paso suave de su andar y en la amabilidad de sus palabras para quienes se acercaran a ella. A lo largo de mi vida periodística he podido entrevistar a muchísimas federadas, tanto dirigentes como de base y en todas ellas afloró siempre un halago, una frase de respeto, un sentimiento de cariño o una anécdota especial hacia la mujer que tuvo en los niños y las niñas el centro de sus desvelos. Recuerdos lindos y permanentes de cuántos la trataron y conocieron o no, pero la sintieron suya a través, quizás, de su bienhechora presencia.
Fue admirada y querida por las generaciones que tuvieron el privilegio de seguirla y compartir con ella aquellos tiempos excepcionales de nuestra historia y aun las más jóvenes, las que supieron de ella por referencia o por el accionar de sus familias, en especial sus madres, abuelas, tías… guardan su memoria con admiración y respeto.
No en pocas ocasiones me la tope en algún pasillo de la casona de 13 y Paseo, en el Vedado, sede de la Dirección Nacional de la FMC; o en sus Jardines, compartiendo un aniversario por el 23 de agosto o un Día Internacional de la Mujer. La vi., igualmente, encabezar con certera dirección y sabias reflexiones, Congresos, Plenarias reuniones del Comité Nacional, recorridos y ni una sola vez ignoró mi presencia o la de cualquiera otra colega, en cualquier evento.
Solícita y cortes, saludaba, intercambiaba algunas palabras o nos decía algo con esa voz suya tan dulce y cadenciosa; nunca paso por alto la familia ni los hijos, nos daba alguna opinión, un consejo y proseguía su camino, preocupada por algún asunto pendiente, atenta al llamado de alguien. Jamás pasó de largo ni se despreocupó de los demás; creo que a ella nada humano le era ajeno.
Federadas de base fundadoras de la FMC, trabajadoras de algún contingente femenino, mujeres de pueblo, delegaciones de otros países, Presidentas y ministras extranjeras, delegadas o invitadas al país supieron de su magnetismo y sintieron por ella una honda admiración y sentido cariño. Como me dijo una de esas tantas mujeres, a Vilma se le quería solo con escucharla hablar con esa voz tan dulce y que tanto convencía.
Promotora de los cambios mas revolucionarios en el ámbito de los derechos femeninos y de la niñez, su presencia nunca fue nominal, sino que se entregaba en cuerpo y alma a tareas y responsabilidades, atenta a cada detalle, como cuando se fueron a crear los Círculos Infantiles en 1961 y ella lo mismo se interesaba sobre cómo iban a quedar estructuradas esas instituciones, hasta por el mobiliario que tendría cada circulo y que usarían los niños, acorde a sus edades.
Fue aquel un año tremendo para Cuba y para la propia Federación, inmersa en múltiples tareas. Un año que ella siempre recordó como de grandes proezas en general y de la Federación en especial.
“Ese no solo fue el año de Girón, sino que fue también el año del gran plan de las campesinas, del gran plan de superación de las antiguas domésticas, de la campaña de Alfabetización, el año que iniciamos los círculos infantiles, El primero se inauguró el 10 de abril.. Fueron inmensas tareas, todas realizadas al mismo tiempo y en la que la Federación, que acababa de organizarse trabajó con mucha fuerza y con mucha efectividad”. Hay veces que yo misma me pregunto cómo pudimos hacerlo. Pero se hizo de manera que los frutos están aun presentes. Fue un año que sentó pautas, que nos enseno mucho’’.
Hace pocos días, culminó el XI Congreso de la FMC. Vilma no estuvo presente físicamente, lo sabemos. Pero de alguna manera, su espíritu batallador revivió entre las delegadas e invitadas al magno evento femenino. Fue como si estuviera allí, atenta a la lectura del Informe Central, en las comisiones de trabajo, en la plenaria o en loa actos colaterales que se hicieron. Me da por pensar que estaba contenta y orgullosa de su tropa femenina, tan aguerrida como ella lo fue siempre.
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