Por Marilys Suárez Moreno
Próximos a la fiesta del Día Internacional del Trabajo, vale recordar que en los días aquellos de la naciente república mediatizada, las luchas obreras se hicieron sentir con fuerza, particularmente en los primeros cinco lustros republicanos.
En un clima caracterizado por el batallar obrero y estudiantil, se celebró en abril de 1923 el Primer Congreso Nacional de Mujeres, de gran importancia para el devenir del movimiento femenino cubano. Año este en que el estudiantado trabajaba en pro de reformas universitarias y los miembros de la Junta de Renovación Nacional, encabezados por el etnólogo e historiador Don Fernando Ortiz denunciaban las lacras de la vida pública.
Tras la creación de la Federación Estudiantil Universitaria, a cuyo frente se hallaba Julio Antonio Mella, apareció un nuevo elemento en las luchas políticas: el estudiantado. Dos años después se constituyó la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), la cual jugó un importante papel en la creación de una conciencia obrera, como se demostró en la huelga general de 1930 y la del 33, en protesta por la decisión de Machado de ilegalizarla.
Las asociaciones femeninas se organizaron en Cuba a mediados del primer cuarto de siglo. Ese movimiento tuvo como objetivo la incorporación de la mujer a las políticas públicas y carecía de carácter clasista, pues se actividad fundamental se circunscribía a las tareas de índole doméstica, a ciertas actividades agrícolas relacionadas con la producción del tabaco en especial y al trabajo comercial en sus fases más elementales, aunque algunas de estas agrupaciones luchaban, asimismo, por la consecución del voto para la mujer..
Cuba estaba mediatizada por la Enmienda Platt, impuesta a nuestra Constitución, por lo tanto, no era ni independiente ni soberana y su economía se encontraba dominada por el capital norteamericano. En este difícil periodo, la clase obrera fue desarrollándose y ganando en conciencia y organización. La lucha por la unidad gremial se hizo cada vez más potente, llevándose a cabo huelgas obreras como la de los aprendices, la de los albañiles y la de la moneda.
La crisis económica que siguió a la Primera Guerra Mundial incrementó la fuerza de trabajo femenina, produciéndose el desplazamiento de millares de mujeres hacia el sector laboral. El desarrollo económico llegó aparejado de nuevas fuentes de trabajo femenino, pero en todas ellas prevaleció el mismo sentido discriminatorio y explotador que llevaba a pagar salarios inferiores siempre al de los hombres
Con la fundación en 1925 del Partido Comunista de Cuba, que iba hacia una organización general de las mujeres trabajadoras, con la demanda inicial de a trabajo igual salario igual, la lucha adquirió otros ribetes. Si bien continuaron los conflictos aislados, sectoriales, se fue delineando un amplio programa que incluía en todos los sectores demandas como el derecho al voto, al salario mínimo, el descanso anual retribuido, la licencia de maternidad y pensión a la vejez.
La Constitución de 1940, avanzada para su época, concedió a la cubana la igualdad legal respecto al hombre, condenando expresamente la discriminación por razón de sexo, pero para las grandes masas femeninas aquello era sólo “papel mojado”. Como tal la igualdad legal conseguida no pasó de letra muerta.
Hasta el triunfo de enero de 1959 y la posterior creación de la Federación de Mujeres Cubanas, fue que las cubanas lograron su total emancipación.
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