Un museo con alma de mujer

Fotos: Cortesía de la entrevistada

Por Gabriela Orihuela

Cuando indagas sobre las personas que han marcado la vida del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba, varios nombres salen a relucir; sin embargo, el de Xochitl Ayón Güemes, la ornitóloga dedicada, encuentra vida en cada mención.

Xochitl se licenció en Biología en la Universidad de la Habana por el año 1997, «con una tesis de diploma sobre las aves de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario». Ese constituyó su primer acercamiento a las aves cubanas.

Posteriormente, comenzó la vida laboral en el Centro de Inspección y Control Ambiental (CICA) en el cual estaba encargada de las licencias ambientales y otras actividades regulatorias sobre la Diversidad Biológica. En dicha etapa realizó una Maestría en la Universidad Internacional de Andalucía, en España, sobre el Control de Especies de Flora y Fauna Sometidas a Comercio Internacional con el estudio del comercio ilegal de aves cubanas.

En entrevista exclusiva a la revista Mujeres señaló que el bosque es, definitivamente, su gran pasión; el lugar donde se siente a gusto. «Las aves son una parte importante del bosque. En ocasiones no se ven, porque están ocultas tras el follaje y solo se escuchan, así que un reto, es tratar de identificarlas por lo sonidos que emiten. Pero no solo hay aves en los bosques, también se encuentran en una gran cantidad de ecosistemas, incluso en las ciudades».

La ornitóloga siente gusto al decir que existen cada vez más especies de aves en la capital de todos y todas. «Cuba es un país muy rico en aves, tenemos 386 especies reconocidas; la mayoría son migratorias, pero más del 40 % nidifican en nuestro territorio.

«Tenemos un alto nivel de endemismo, con 28 especies que solo pueden encontrarse en la nación caribeña. Estas características de la avifauna nos generan curiosidad para conocerla y comprenderla mejor y sobre todo para establecer medidas para su conservación».

Xochitl llegó al Museo Nacional de Historia Natural en el año 2006, inicialmente, como Curadora Naturalista Superior, en el grupo de Conservación de Colecciones de Historia Natural. «La función de un curador en un museo de historia natural es asegurar la correcta conservación, catalogación e investigación de las colecciones científicas, además de colaborar con investigadores externos y proporcionar acceso a estudios científicos».

En la actualidad, atiende la colección científica de aves, realiza investigaciones ornitológicas, actividades de educación ambiental sobre el tema y recorridos guiados en la naturaleza con grupos de observadores de aves.

«La extracción desmedida de aves, su cautiverio y comercialización siguen siendo temas relevantes en la Cuba de hoy. Al respecto, la investigadora planteó que «hay personas que sienten también curiosidad por el mundo de las aves, pero a su vez tienen sentimientos de posesión y por eso las mantienen en cautiverio. También hay quienes han utilizado a las aves para sostener un mercado ilegal y generar ingresos económicos. Estas prácticas, además de ser ilegales, son crueles, pues por cada ejemplar en cautiverio mueren muchos durante la captura y traslado y finalmente muchos de estos, aun cuando pueden sobrevivir varios años en cautiverio, no dejan descendencia en la naturaleza y por tanto las poblaciones naturales van quedando sin remplazo.

«La captura y comercio ilegal de las aves silvestres en Cuba es un problema de gran magnitud del cual no todos han tomado consciencia. Cada año se extraen cientos de miles de aves de la naturaleza generando vacíos en las poblaciones silvestres, por tanto, nuestro actuar desde el Museo, hace varios años, ha tratado de visibilizar y apoyar el enfrentamiento de estos delitos desde la educación ambiental a la población en general, pero también a las autoridades ambientales que deben abordar este problema con profesionalidad.

«En conjunto con la Sociedad Cubana de Zoología, la Fundación Antonio Núñez Jiménez, la Sociedad Cubana de Botánica y otras instituciones hemos colaborado para la creación de una Estrategia de educación ambiental para el enfrentamiento a los delitos contra la flora y la fauna cubana que se entregó al CITMA hace ya un tiempo, pero lamentablemente no se observan cambios significativos en nuestra sociedad. El uso, maltrato y comercio ilegal de la fauna sigue siendo un problema social y ambiental en crecimiento», explicó la investigadora.

Xochitl Ayón Güemes explicó que ser mujer de ciencia es un reto. «En nuestra sociedad, las mujeres han ganado mucho espacio y comparten con bastante equidad las funciones en la vida laboral. Nuestro trabajo científico requiere del conocimiento de los bosques y otras áreas naturales, implica caminar y explorar largas distancias, lo cual conlleva resistencia física y adentrarse en localidades intrincadas. Para mí, aunque nunca he tenido problemas por andar sola en alguna localidad, una limitante ha sido la incursión en zonas poco pobladas. Casi siempre voy al campo con colegas o amigos y eso crea una dependencia del tiempo de los demás.

«Aunque conozco mujeres más atrevidas que yo en ese aspecto, lo considero una limitación al trabajo biológico de campo. Por lo demás, creo que, en nuestro país, aun cuando se debe seguir trabajando en los aspectos sociales y de género, las mujeres han ganado un espacio en el mundo científico».

Pese a que la ornitóloga no reconoce que existan estereotipos de género en su campo de estudio, aseveró que «en el mundo del guiado de naturaleza sí hay menos representación, solo somos dos o tres mujeres, en Cuba, certificadas como guía por BirdsCaribbean, organización internacional que promueve el estudio y conservación de la naturaleza en el Caribe».

Visibilizar la labor de mujeres en la ciencia puede contribuir a «inspirar a más niñas, adolescentes y jóvenes a encontrar y desarrollar su pasión, a sentirse realizadas y útiles a la sociedad».