Fotos: Tomadas del perfil en Facebook de la entrevistada
Por Yamylé Fernández Rodríguez
La historia de Liliana Bacallao González merece ser contada y multiplicarse muchas veces, pues se trata de una mujer que, sin imaginar que un día cambiaría el arte escénico y danzario por el surco, es hoy referente en la producción de alimentos y líder de un hermoso proyecto para las personas celíacas en Cuba.
Cuando habla de ello se remonta a su niñez en la localidad de Amancio Rodríguez, en la provincia de Las Tunas, donde nació su amor por el arte y se fortaleció en la Casa de la Cultura; luego vinieron los estudios y el tránsito por el Ballet Folclórico de Camagüey y Teatro del Viento.
Sin embargo, desde que la diagnosticaron como celíaca (paciente que no tolera una proteína llamada gluten, presente en los cereales como el trigo, la avena, la cebada, y el centeno), la vida le dio un vuelco y ante las muchas limitaciones para alimentarse tomó una decisión: producir los alimentos que podía consumir.
“Comencé a estudiar con el fin de buscar alternativas para una alimentación segura y saludable, y decidí solicitar un terreno por el Decreto Ley 259. La gente me decía que yo no sabía nada sobre cultivar, pero me puse a limpiar el área que me dieron, llena de marabú, y realmente es algo maravilloso cuando se come algo que es fruto del trabajo de uno mismo”, expresó.
Fue en las consultas médicas que esta artista, devenida agricultora, notó lo difícil que resultaba para los niños y sus familias acceder a una alimentación adecuada, y entonces se planteó ayudar desde su finca.
“Imagínese que es muy difícil que un niño no pueda comer pan, una pizza o una malta, y me propuse buscar variantes.
“Ese fue el punto de partida del proyecto Agrupación Celíaca Camagüey (ACECAM) y, aunque al inicio eran solo cinco niños, hoy suman 96, solamente de la provincia de Camagüey, a quienes se han unido jóvenes y adultos con dicha condición, además de personas con Síndrome de Down, a los que el gluten los altera.
“En el país existen cuatro panaderías: en La Habana, Santa Clara, Holguín y Santiago de Cuba, donde se venden productos para celíacos, por lo que los de Camagüey tenemos que ir a esos lugares.
“Cuando me puse a leer que la harina es importada para esas cuatro panaderías, y vi que tenían como materia prima la yuca, el arroz, el sorgo, y la maicena me pregunté por qué no podíamos obtenerla aquí, si eso sale de la tierra.
“El primer pan me salió durísimo, pero ya hoy obtenemos uno suave y sabroso”.
Así narró Liliana en la Asamblea Provincial XI Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas en Camagüey, donde su experiencia fue ampliamente reconocida.
Con satisfacción esta emprendedora cubana agrega que personas de Las Tunas, Mayabaque, Villa clara y Ciego de Ávila se han unido a la iniciativa, y en total ya suman unas 500 los celíacos de todo el país que participan en las actividades que promueve ACECAM.
El objetivo no es únicamente proporcionarles la comida, enfatiza Liliana, sino enseñarles a buscar opciones alimentarias en el campo, que ellos mismos puedan producir, por lo que su finca también deviene escuela.
“No solo se imparten talleres sobre cómo convivir con alergias alimentarias, sino también sobre agroecología, y sobre cómo las mujeres podemos rescatar tradiciones culinarias como el pan patato, el boniatillo, el dulce de frutabomba, y esas experiencias se han extendido a los niños.
“La idea es unirnos las mujeres rurales en la búsqueda de esas alternativas que sí se pueden obtener desde nuestros campos”.
Sobradas son las razones por las que Liliana Bacallao González se siente como una mujer empoderada en la finca que lleva su nombre, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Camilo Cienfuegos, del municipio de Jimaguayú, en la provincia de Camagüey, y por eso desde allí afirma con toda propiedad que “no tendré el arte en las tablas, pero sí tengo el arte en la tierra, y ese lo llevaré por siempre”.
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