lunes, 4 de diciembre de 2023

Taniuska Duany: "Ser farera es orgullo; cambió y organizó mi vida"

Fotos: Fiorella Franco


Por Nelson Hair Melik Marrero Especial de la ACN para Mujeres

Ubicado en la latitud 19.58.0 Norte y longitud 75.52.15 Este, se erige el Faro de Santiago de Cuba, como guía para los navegantes por aguas cercanas y también hogar y centro de trabajo de Taniuska Duany, una de las pocas mujeres fareras en la isla caribeña.

Duany es graduada en Comunicación Social por la Universidad de Oriente, profesión que no ejerció. Por una convocatoria para un curso de Catastro Urbano, se incorporó a la Empresa GeoCuba Oriente Sur, donde desarrolló el servicio social y acciones de superación hasta titularse de Técnico Medio en Geodesia y Cartografía.

En exclusiva con la ACN refirió que, a propuesta de la entidad, fue a laborar como torrera al Faro en 2017, cambio que la benefició en parte por la cercanía con la cabecera de la Ciudad Héroe, pues vivía en un poblado alejado, y le permitió conocer las temáticas relacionadas con ese oficio.


En los comienzos fue un poco difícil, al poco tiempo aprendió los elementos necesarios para el encendido y mantenimiento del faro y la manipulación de la antigua planta eléctrica, y en la actualidad es la jefa de torreros.

Con una frecuencia de trabajo de 24 horas y descanso de 48, la labor de la especialista comprende al enclave marítimo del Morro de San Pedro de la Roca, como una señal y símbolo importante para ayudar a los aviones y marinos a encontrar su camino, por lo que debe mantenerse en buenas condiciones y asegurar su funcionamiento.

El faro de esta provincia cuenta con 82 metros sobre el nivel del mar y está conformado por una linterna con tres hileras de cristales de viento cóncavos y máquina de rotación que soporta la óptica sobre una cubeta de mercurio, la cual se hace girar por un mecanismo de relojería con un contrapeso de 600 libras, válido para una cuerda de cinco horas con 10 minutos.


Por esas características, los torreros suben tres veces en la noche, con el objetivo de ejecutar 250 maniguetas en cada ocasión y propiciar cada 10 segundos exactos el desprendimiento de dos destellos que alcanzan las 27 millas náuticas.

Además, realizan acciones de limpieza general, chequeo de las piezas y pequeños mantenimientos.

En la oficina de guardia vivió dos tormentas tropicales, momento de máxima alerta, en el cual se aplican medidas de protección a la instalación y comienza a funcionar un bombillo auxiliar de encendido automático y cargado por panel solar que solo pestañea, manifestó Duany.


Significó que convivir en ese lugar con su madre, hijo y compañeros de trabajo los convierte en una gran familia, donde priman sinceridad, voluntariedad y deseos de ayudar.

Caracterizó el oficio como único, hermoso, incomparable, interesante y de mucha responsabilidad, en tanto está orgullosa por la confianza depositada por la Revolución en las mujeres y sus capacidades para desenvolverse en cualquier situación, por complicada que aparente ser.

Una inmensa alegría la acompaña por transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones y su descendencia, quien desea seguir los pasos de la madre como celoso cuidador del gigante luminoso, ligado a la historia y patrimonio nacionales.

Ratificó el compromiso de perfeccionar la faena, con el propósito de continuar a la vanguardia del movimiento de rescate de la belleza de esas instituciones, misión que solo es posible cumplir mediante la cultura del detalle, eficacia en el servicio y con mayor preparación del personal.


Taniuska Duany aspira a jubilarse en ese sitio de estructura imponente, afirma mientras asciende descalza los 44 escalones, a fin de cuidar la reluciente pintura roja de la instalación y convencida de favorecer, gracias a la labor de los fareros, la confianza de los navegantes en que siempre habrá una luz brillante para guiarlos a puerto seguro.

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