Por Marilys Suárez Moreno
Decididamente, el bebé no es un juguete, es un ser humano con todos sus derechos, aunque aún no tenga medios para defenderlos.
Parece una frase retórica y a más de una persona hará sonreír, pero ¿hemos pensado seriamente lo mucho que mortificamos al recién nacido sin darnos cuenta?
Infinidad de veces interrumpimos su sueño, porque alguien quiere verlo: “sólo un momento”…Un minuto para nuestra medida, una eternidad para el bebé, que se ve interrumpido en el más plácido de los sueños. Otras veces, entusiasmados con una primera gracia, pretendemos que todos los que lo rodean disfruten de sus pequeñas hazañas y así el bebé tiene que hacer palmitas, sonreír, tirar besitos o soportar la musiquita de algún juguete, porque la primera vez que la oyó dio un grito especial que mamá interpretó como una palabra nueva y así infinidad de ejemplos.
Si queremos que el niño o la niña se desarrolle sana y tranquilamente, debemos de rodearlo de cariño y cuidados, naturalmente, pero no sofocarlo ni con lo uno, ni con lo otro.
Horarios los más precisos posibles, sueño reposado, una higiene adecuada, etc., etc. Eso es lo que el bebé desea; esos son sus principales derechos que debemos respetar Y, por supuesto, llenarlo de mucho amor y ternura, porque el bebé desde que nace siente la necesidad de amor.
El modo como lo traten desde su primer día de vida contribuirá a formar su concepción del mundo, como lugar hostil o acogedor, lo cual se afianzará a lo largo de su primer año de vida, será parte esencial de su personalidad, perdurará a través de los años y sólo será parcialmente modificada por circunstancias posteriores, según la opinión especializada de los psicólogos.
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