domingo, 22 de octubre de 2023

Como un soldado más

 


Concha Agramonte, una cubana de la Guerra de los Diez Años

Por Marilys Suárez Moreno

La incorporación de las familias cubanas a la conspiración contra España y a la primera guerra por la independencia de Cuba tuvo, en las provincias orientales y en el Camagüey, principalmente, uno de sus principales focos.

Ejemplo de valentía y entrega permanente fue la mostrada por la camagüeyana María de la Concepción Concha Agramonte Boza de Sánchez, emparentada por los caracteres indelebles de su patriótico apellido a la familia de los Agramonte. Y aunque no fue un hecho aislado, vale destacar la actitud de esta combatiente de la Guerra de los Diez Años, que se alzó con su esposo Francisco Sánchez Betancourt y nueve de sus 12 hijos a la lucha independentista, iniciada en La Demajagua por el insigne abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868.

Se dice que Concha combatió en la guerra como un soldado más y con la valentía de los más osados y bravos mambises insertos en el campo de batalla; además, por cuanto hizo a favor de la lucha en otros campos necesarios en la manigua redentora.

Nacida en el seno de una familia adinerada del otrora Puerto Príncipe, el 7 de diciembre de 1834, Concha se destacó desde muy joven por su rutilante belleza, elegancia e instrucción, que la llevaron a ser una de las personalidades más reconocidas en la lucha insurreccional cubana.

Debida a sus actividades e ideales separatistas, la destacada camagüeyana sufrió prisión y fue enviada al destierro, lejos de su esposo y de sus amados hijos. Dolor que nunca pudo superar.

Pero ello no menguó un ápice su patriotismo y, ya en Cuba, cuando estalló la guerra que Martí --su artífice y organizador-- llamó necesaria, Concha Agramonte, ya con más de 60 años y una salud deteriorada por los avatares de la guerra y el sufrimiento de su destierro, preparó a sus hijos Eugenio, Benjamín, Armando y Calixto y los envió al campo de batalla a luchar otra vez por la independencia patria.

La valiente camagüeyana falleció en La Habana, el 24 de agosto de 1992, en plena república mediatizada.

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