Mujeres avileñas en diálogo con la prensa en la sede de la Federación de Mujeres Cubanas en Ciego de Ávila. Fotos: Osvaldo Gutiérrez Gómez
Por Lubia Ulloa Trujillo Especial de la ACN para Mujeres
Un viejo refrán dice que “entre marido y mujer nadie se debe meter”; pero, cuando se trata de violencia, urge que esta expresión quede sin efecto porque puede evitarse un desenlace fatal o consecuencias que repercutan en otros integrantes del entorno familiar.
Si no se le hubiera hecho caso a ese añejo concepto, hoy sería diferente la historia de las cinco mujeres de Ciego de Ávila que perdieron sus vidas en lo que va de año por homicidio o asesinato.
Esta realidad dice lo mucho que falta por hacer de cara a este problema y, sobre todo, de la incultura de este sector poblacional relacionada con sus derechos.
Las manifestaciones de maltrato sobre la mujer pudieran parecer cuestiones de competencia entre uno y otro sexo, pues ha sido creencia que tales problemas pertenecen solo al ámbito privado, en el cual un tercero no tiene entrada. Pero, como cada vez más ocurren estos tipos de sucesos, las exigencias de la sociedad se hacen sentir para que los abusadores reciban las sanciones que merecen y las víctimas se sientan protegidas.
Es preocupante también que en pleno siglo XXI exista en centros de trabajo lo que se conoce como virulencia laboral (menosprecio, ridiculizaciones, y miradas y contestaciones en mala forma, tanto en el plano privado como público) y que la mayoría no haga nada al respecto, porque lo ven de una manera normal.
Para lograr que todos y todas, como seres racionales que somos, reflexionemos respecto a este generalizado daño a la convivencia social, en Ciego de Ávila, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), acompañada por fiscales, sicólogos del Centro de Educación para la Salud, Tribunales, la Policía Nacional Revolucionaria, Educación y trabajadores sociales, entre otros, lleva adelante un proceso sobre prevención y atención a la violencia de género.
Adriana Verano Fuentes, especialista en prevención en la dirección provincial de la FMC, comenta que ha sido amplio el universo donde han intervenido con los talleres denominados “Voces de mujeres por la no violencia de género”.
Hemos llegado hasta las comunidades y barrios vulnerables proclives a estas manifestaciones, pero también a centros de trabajo en los que han sido mayoría las mujeres; en otros, los hombres y en escuelas de las diferentes enseñanzas, precisa Adriana.
“Las experiencias han sido múltiples, por ejemplo, ves en la audiencia a personas a las que se les va transformando el rostro en la medida que explicamos las formas de presentación de la violencia; a compañeras con lágrimas en sus ojos; a niños y jóvenes interesados en saber a dónde acudir en busca de ayuda o para denunciar”, explica la especialista.
“Estos comportamientos constituyen un bombillo rojo para nosotros y, sin perder tiempo, asistimos ya de manera más personalizada; en muchas ocasiones comenzamos el apoyo con la intervención de los sicólogos, porque nos damos cuenta del temor que sienten”.
Yuliet Caballero Echavarría, funcionaria de la esfera ideológica en la FMC en el territorio avileño, considera que los encuentros, en los que se dice dónde denunciar estos actos lesivos o cómo recibir ayuda sicológica, permiten hacer estudios de causas y condiciones que los generan; pero, además, de aclararles dudas, no sólo al sexo femenino, sino también al masculino, que tan enraizado tiene el machismo.
Para Mayda Montejo García, fiscal jefa del Departamento de formación, desarrollo e innovación en la Fiscalía provincial, el reconocimiento explícito de la violencia de género hacia la pareja o expareja, en códigos penales y/o leyes integrales, permite identificar y atender una especial tipología de agresión: la ejercida contra la mujer a consecuencia de una desigualdad estructural.
Considera que mientras más se conozca del tema, más personas se sumarán a esta batalla, que tanto necesita del involucramiento de todos los sectores de la sociedad.
Aunque este fenómeno es un problema alarmante, que invita a reflexionar desde el ámbito sociológico, más allá del escenario meramente penal, las cifras en Cuba distan mucho de lo que se muestra en otras naciones como, por ejemplo, Guatemala, refiere.
Pese a que se puede avanzar mucho más en la protección legal de las víctimas, existen normativas concretas sobre los derechos, deberes y garantías, que por supuesto las decimos y explicamos en esos talleres, señala la fiscal, quien integra el secretariado no profesional de la FMC.
Indica Mayda que están las contenidas en la Constitución de la República de Cuba, en el Capítulo I Disposiciones Generales, Artículos 40, 41, 42,43 y 44; y las del Código de las Familias, en el Título 2 “Discriminación y la violencia en el ámbito familiar”, en los Artículos del 12 al 15, que recoge lo relacionado con la discriminación y la violencia en el ámbito familiar.
Por su parte, el Código penal, Ley 151 del primero de diciembre de 2022, en 33 artículos, señala las sanciones que pueden aplicársele a quien infrinja en este tipo de delitos; y se suman protocolos de actuación referentes a la prevención y enfrentamiento de hechos de violencia de género emitidos por la Fiscal General de la República, agrega.
Es preocupante también que en pleno siglo XXI exista en centros de trabajo lo que se conoce como virulencia laboral (menosprecio, ridiculizaciones, y miradas y contestaciones en mala forma, tanto en el plano privado como público) y que la mayoría no haga nada al respecto, porque lo ven de una manera normal.
Para lograr que todos y todas, como seres racionales que somos, reflexionemos respecto a este generalizado daño a la convivencia social, en Ciego de Ávila, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), acompañada por fiscales, sicólogos del Centro de Educación para la Salud, Tribunales, la Policía Nacional Revolucionaria, Educación y trabajadores sociales, entre otros, lleva adelante un proceso sobre prevención y atención a la violencia de género.
Adriana Verano Fuentes, especialista en prevención en la dirección provincial de la FMC, comenta que ha sido amplio el universo donde han intervenido con los talleres denominados “Voces de mujeres por la no violencia de género”.
Hemos llegado hasta las comunidades y barrios vulnerables proclives a estas manifestaciones, pero también a centros de trabajo en los que han sido mayoría las mujeres; en otros, los hombres y en escuelas de las diferentes enseñanzas, precisa Adriana.
“Las experiencias han sido múltiples, por ejemplo, ves en la audiencia a personas a las que se les va transformando el rostro en la medida que explicamos las formas de presentación de la violencia; a compañeras con lágrimas en sus ojos; a niños y jóvenes interesados en saber a dónde acudir en busca de ayuda o para denunciar”, explica la especialista.
“Estos comportamientos constituyen un bombillo rojo para nosotros y, sin perder tiempo, asistimos ya de manera más personalizada; en muchas ocasiones comenzamos el apoyo con la intervención de los sicólogos, porque nos damos cuenta del temor que sienten”.
Yuliet Caballero Echavarría, funcionaria de la esfera ideológica en la FMC en el territorio avileño, considera que los encuentros, en los que se dice dónde denunciar estos actos lesivos o cómo recibir ayuda sicológica, permiten hacer estudios de causas y condiciones que los generan; pero, además, de aclararles dudas, no sólo al sexo femenino, sino también al masculino, que tan enraizado tiene el machismo.
Para Mayda Montejo García, fiscal jefa del Departamento de formación, desarrollo e innovación en la Fiscalía provincial, el reconocimiento explícito de la violencia de género hacia la pareja o expareja, en códigos penales y/o leyes integrales, permite identificar y atender una especial tipología de agresión: la ejercida contra la mujer a consecuencia de una desigualdad estructural.
Considera que mientras más se conozca del tema, más personas se sumarán a esta batalla, que tanto necesita del involucramiento de todos los sectores de la sociedad.
Aunque este fenómeno es un problema alarmante, que invita a reflexionar desde el ámbito sociológico, más allá del escenario meramente penal, las cifras en Cuba distan mucho de lo que se muestra en otras naciones como, por ejemplo, Guatemala, refiere.
Pese a que se puede avanzar mucho más en la protección legal de las víctimas, existen normativas concretas sobre los derechos, deberes y garantías, que por supuesto las decimos y explicamos en esos talleres, señala la fiscal, quien integra el secretariado no profesional de la FMC.
Indica Mayda que están las contenidas en la Constitución de la República de Cuba, en el Capítulo I Disposiciones Generales, Artículos 40, 41, 42,43 y 44; y las del Código de las Familias, en el Título 2 “Discriminación y la violencia en el ámbito familiar”, en los Artículos del 12 al 15, que recoge lo relacionado con la discriminación y la violencia en el ámbito familiar.
Por su parte, el Código penal, Ley 151 del primero de diciembre de 2022, en 33 artículos, señala las sanciones que pueden aplicársele a quien infrinja en este tipo de delitos; y se suman protocolos de actuación referentes a la prevención y enfrentamiento de hechos de violencia de género emitidos por la Fiscal General de la República, agrega.
Odelsys Valcárcel Pérez, secretaria de la FMC en Ciego de Ávila, manifiesta que además de velar porque se cumplan todas estas normativas, dirigen las miradas hacia la necesidad de contar en cada unidad de la Policía Nacional Revolucionaria con un personal preparado para atender a quienes denuncian un acto de violencia, pues en no pocas ocasiones no encuentran el respaldo que merecen.
Recuerda que otra de las vías es acudir a la LíneaAyuda, servicio telefónico de información y apoyo psicosocial dirigido a la población, a las propias sedes de esta organización de masas en cada localidad y a las Casas de Orientación a la Mujer y las Familias que funcionan en esos mismos lugares.
Hay un camino recorrido en el tema, lo cual se aprecia en la voluntad y obligatoriedad del Estado de proteger a las mujeres de la violencia de género, en cualquiera de sus manifestaciones y espacios, y de crear los mecanismos institucionales y legales, pero es hora de contar con un centro de atención para las víctimas de todo tipo de agresión, hasta que se determine su situación legal, precisa Odelsys.
Vale la pena encontrar las respuestas a estas preguntas: ¿por qué algunas mujeres se emparejan con hombres violentos? ¿Por qué les cuesta tanto irse de casa y denunciarlos? ¿Por qué perdonan a sus maltratadores? ¿Por qué esconden a sus familias y amigos que están siendo maltratadas?
El refrán “entre marido y mujer nadie se debe meter” es, sin dudas, una construcción cultural que justifica y normaliza actos reprochables y, por supuesto, exime de responsabilidad al agresor.
Entonces, lo mejor es olvidarlo y eliminarlo del vocabulario de los cubanos. Si se hace, puede evitarse incluso hasta la muerte. Ponernos los espejuelos de género es la única alternativa para cambiar nuestras realidades: la violencia por tal motivo existe, es real y daña a todos y todas.
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