jueves, 28 de septiembre de 2023

La delegada

 



Por Marilys Suárez Moreno

Magdalena Ana Peñarredonda Doley fue una eficaz colaboradora del Lugarteniente General Antonio Maceo y una mujer de recio carácter y arraigado patriotismo.

Considerada la patriota insigne de Artemisa, la correo y enlace Magdalena Peñarredonda no sólo fue una mujer ejemplar, sino integrante del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador y se le conoció como la delegada.
Nacida en Artemisa, el 22 de julio de 1846, nunca ocultó su inclinación por la causa independentista, a la que se entregó totalmente; algo que ocurría con bastante frecuencia en las familias cubanas de aquella época, donde las mujeres estaban entre las primeras en unirse a la lucha. Incluso sufrió el asesinato de su hermano por desafecto a la Corona.

Magdalena, a quien familiarmente llamaban Llellena, era hija de un militar español y de madre francesa. La educación recibida por esta última hizo que creciera en ella las ideas libertarias plasmadas por la Revolución Francesa.

Casada a los 15 años con un comerciante español de cuya unión no tuvo hijos, por largos años mantuvo su matrimonio, disparidades ideológicas aparte. Incluso, convirtió su casa en La Habana en reconocido centro de tertulias literarias y políticas, a las que asistían renombradas figuras del ámbito revolucionario habanero.

Tan pronto Llellena supo de la creación por José Martí, el 10 de abril de 1892, del Partido Revolucionario Cubano, para proseguir en el empeño independentista, la patriota se dio de lleno a los trajines conspirativos y se relacionó de inmediato con el periodista y revolucionario Juan Gualberto Gómez, quien llevaba en el Occidente del país las riendas de la lucha, como delegado de Martí en Cuba.

Se le conoce como La Delegada porque, iniciada la Guerra del 95, la Junta revolucionaria de La Habana la designa delegada por Vuelta Abajo.

Poco tiempo después, la activa mujer tuvo que salir rumbo a Nueva York, donde trabó amistad con Martí, quien sentía gran admiración por ella, quien se logó más a las tareas emancipadoras.

Iniciada la Guerra Necesaria, como nombró Martí a esta contienda, fue nombrada delegada de Pinar del Río ante la Junta Revolucionaria y muchas veces la intrépida mujer, en función de correo mambisa, pasó la Trocha de Mariel a Majana, en la campaña de Maceo por Occidente, pues el Titán de Bronce depositó en ella toda su confianza y reiteradamente reconoció sus méritos revolucionarios y el temple admirable que, no sólo conspiró activamente, sino que sirvió de correo y enlace entre los mambises.

Calificada por María Cabrales, la esposa del General Antonio, como “la patriota ejemplar”, Magdalena luchó durante años a favor de la independencia cubana.

Fue delegada del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador, que dirigía el general Pedro Díaz Molina; estuvo presa en la Casa de Recogidas y, una vez alcanzado el triunfo sobre España, fustigó reiteradamente los errores e inconsecuencias públicas de la República mediatizada y defendió los intereses ciudadanos desde la prensa.

Patriota y escritora, sus textos, cartas y documentos están recogidos en la Biblioteca Nacional de Cuba. Fue intensa la trayectoria de lucha de la voluntariosa mujer, quien admiró y cultivó la amistad de los tres grandes jefes de las guerras de independencia: José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez. La patrota llegó a alcanzar el grado de Comandante del Ejercito Libertador.

Desde la prensa apeló al patriotismo para soluciones decorosas y estables y se dolía de que las ambiciones y el afán de predominio desconocieran las aspiraciones de dignidad nacional del pueblo cubano.

Casi con 80 años, pero batalladora y lúcida como siempre, declaraba su pesar por la patria y por su independencia a medias. La patriota falleció el 6 de septiembre de 1937, casi con 91 años, tras consagrar su vida a la lucha por la independencia de Cuba.

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