lunes, 25 de septiembre de 2023

Certezas, razones y derechos


 

Por Marilys Suárez Moreno

Integrador, afectivo, justo, ético. Muchos más pudieran ser los adjetivos para calificar al novedoso Código de las Familias, cuya votación por referendo dotó al país de un cuerpo legal que regula a las instituciones relativas a la familia, el matrimonio, el divorcio, las relaciones paterno-filiales, la adopción y la tutela, entre otros muchos articulados.

A un año de su promulgación y aplicable a todas las familias, cualquiera que sea la forma de organización adoptada por estas, el Código no sólo las visibiliza y protege, sino que va mas allá de las relaciones jurídicas y familiares con la sociedad y el Estado. De hecho, garantiza el orden jurídico y extrajudicial y salvaguarda los derechos de las personas, sin distinción de edad, raza, género o credo, ofreciendo  conformidades y alternativas a otros modelos familiares no regulados.

Regidos por los principios, valores y leyes contenidas en la Constitución de la República y por Tratados y Convenios internacionales en materia familiar, el nuevo Código  de las Familias cubano no excluye y sí toma en cuenta a las personas en situación de riesgo y vulnerabilidad, porque es totalmente integrador.

 Reconoce, por ejemplo, el derecho a la autoprotección o la previsión futura de personas adultas y discapacitadas, así como el derecho de abuelas y abuelos en el seno familiar, la comunicación entre parientes y su derecho a relacionarse con los nietos. Valida así su trascendencia en la formación de las nuevas generaciones y en la transmisión de tradiciones y valores.

Determina, asimismo, la obligación de los integrantes de la familia al cumplimiento de los deberes familiares y sociales sobre la base del amor, el respeto mutuo, la coparticipación y la responsabilidad.

Como el anterior Código de la Familia, promulgado en 1975, el actual ha contado con la participación relevante de la Federación de Mujeres Cubanas. Aquel primero revolucionó  y potenció las acciones del Estado revolucionario en pro de la igualdad efectiva, a partir del desarrollo de políticas públicas dirigidas a la protección de niñas y niños,  así como  el empoderamiento de las mujeres. El actual Código de las Familias, que nos rige desde hace un año, resume los resultados de investigaciones científicas, criterios y propuestas jurídicas y de entidades afines al tema.

De tal forma, el revolucionario texto legal no sólo responde a los preceptos constitucionales y jurídicos, sino que constituye un avance en materia de concepción de las familias en Cuba, porque se parece a nuestro país y a su gente.

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