Los hábitos, las normas, los patrones de conducta, las rutinas, incluyendo la del estudio diario cuando vaya a la escuela, pautan la vida infantil
Por Marilys Suárez Moreno
Raulito es un niño de siete años, criado al arbitrio de su madre, una persona con hábitos de vida desordenados. Raulito se pasa buena parte del día en la calle, se baña a la hora de dormir y vuelve a la escuela con el mismo uniforme sucio y ajado de la víspera. Sus uñas y manos están siempre sucias, al igual que su cabello, desgreñado y no pocas veces con piojos.
El niño no tiene hábito de estudio, de comer a sus horas y mucho menos de aseo. Una práctica que se inicia desde la cuna y, por ende, corresponde a mamá y papá la responsabilidad de crearlos en sus hijos e hijas, porque la formación de pericias correctas de higiene personal, desde la más temprana edad, no sólo contribuye al fortalecimiento de la salud infantil, sino que permite el cumplimiento exitoso de otras tareas físicas e intelectuales.