Por Marilys Suárez Moreno
Si una excesiva tolerancia puede traer malos resultados, al convertir a niñas y niños en seres caprichosos y libres de obligaciones hacia los demás, las exigencias en demasía también pueden acarrear situaciones funestas, por aquello de que los extremos siempre son malos.
Algunas personas pudieran calificarse de perfeccionistas, por lo mucho que se esfuerzan para que sus cosas queden idealmente perfectas, y se toman todo el tiempo del mundo para realizarlas.