Fotos: Yoan Pérez González
Por Ana Esther Zulueta
El Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF), creado en 1983, ha sido una vía para que las mujeres formen parte activa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) por hasta 14 meses, al tiempo que le brinda preparación física y disciplina.
En la Isla de la Juventud, donde muchos jóvenes de 18 años disfrutan de sus vacaciones, tres muchachas —Stevelin Durán Montejo, Ada Isabel Acea Ávila y Melany Rojas Miranda— destacan por elegir un camino diferente, marcado por el sacrificio y la esperanza de un futuro profesional.
Stevelin, aspirante a estomatóloga, comenzó a informarse sobre esta opción desde el preuniversitario. “Me asesoré en todas las charlas; mi índice académico no era de los primeros y el servicio militar es el camino para lograr mi sueño y ejercer donde me ubiquen”, afirma en entrevista exclusiva.
Ada Isabel encontró en la Orden 18, emitida por las FAR en 2009, la llave para estudiar la carrera que le apasiona. “Siempre me interesó el servicio militar y, al saber que podía acceder a Estomatología, no quise dejar pasar la oportunidad. Es una experiencia nueva y enriquecedora”.
Melany, aunque nunca soñó ser militar, valora las vivencias que el Smvf le ha brindado. “Es una experiencia difícil, pero hermosa, llena de emociones y aprendizajes que llevaremos para toda la vida”, asegura sonriente.
El respaldo familiar ha sido clave. Melany cuenta con el apoyo incondicional de su papá; Ada Isabel, con el de sus padres, pese a algunas dudas iniciales, y Stevelin, desde el principio, contó con la compañía de su progenitora hasta su incorporación al servicio militar.
María Isabel Ávila, madre de Ada, destaca que apoyó a su hija, porque esta posibilidad le permite seguir estudiando y cumplir su sueño profesional, a pesar del rigor que implica.
Durante la preparación militar, las jóvenes han adquirido habilidades. Stevelin disfruta cada día aprendiendo a desarmar fusiles, lanzar granadas y correr con disciplina.
Para Ada Isabel, el campo de tiro y las clases tácticas fueron exigentes, pero gratificantes. Melany relata anécdotas en el campo de tiro, entre sudor, tensión y compañerismo.
No han estado exentas de comentarios y escepticismo, sobre todo de amigos que consideran extraño que mujeres pasen el servicio militar. Sin embargo, mantienen firme su decisión, orgullosas de haber elegido un camino poco común.
El servicio ha transformado sus vidas. Melany ha cambiado en expresión, organización y responsabilidad, un cambio reconocido por su padre. Ada Isabel reconoce mejoría en su disciplina y Stevelin, aunque recién comienza, siente cómo la rutina militar la hace más responsable.
Lorena Beatriz Monteagudo Martín, doctora estomatóloga y quien labora en el sector militar especial de Isla de la Juventud, logró estudiar Estomatología gracias a la Orden 18 en 2016.
Recomienda a las jóvenes no temer a esa experiencia que aporta preparación, independencia y respeto, y asegura a las familias que las muchachas reciben cuidado constante.
Stevelin, Ada Isabel y Melany apuestan por su sueño, convencidas de que la disciplina militar y la formación académica serán el mejor camino para alcanzarlo.
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