Por Blanca Bonachea Rodríguez
Para Lázara Yisel Hernández Alonso, trabajadora del vivero "21 de Junio" de la Empresa Agroforestal Matanzas, en el municipio de Jovellanos, el día comienza activo, aunque el rocío brilla sobre las hojas jóvenes de los tubetes que paren los nuevos bosques.
Su conocimiento no viene de un aula especializada, sino de la práctica; el amor por las posturas nació en el seno del hogar donde su padre sostiene desde hace 40 años la picardía de talar árboles con conocimientos empíricos.
"Aquí la práctica lo da todo -sentencia- es el saber transmitido de generación en generación, el ojo entrenado para detectar una plaga incipiente, la mano que sabe exactamente cuánta agua necesita una bandeja de posturas".
Si llueve, sabe que la humedad es aliada, pero también enemiga si se descontrola; su labor consiste en mantener las posturas limpias, libres de la implacable mala hierba.
Sobre la puesta de la semilla explica que la campaña, que arranca cada año en el mes de octubre, implica preparar el terreno y sembrar con extrema precisión. Constituye un trabajo que lleva bastante dedicación y cautela. Esos primeros días, cuando la vida apenas asoma bajo la tierra son de máxima tensión, hay que vigilar la germinación, proteger las frágiles plántulas, asegurarse de que cada una esté bien posicionada.
"Al principio hay que prestarle bastante atención porque debe estar al centro del tubete; cuando la postura está bastante crecida, robusta y cobrando su forma definitiva, cambia de intensidad.
Cada planta requiere una vigilancia amorosa antes de estar lista para llevarla hacia su destino final en la plantación" Yisel Hernández Alonso no es solo una trabajadora más del Vivero "21 de Junio"; ella resulta guardiana del ciclo vital que comienza con una semilla diminuta y se expresa en un árbol que se arraiga en el campo cubano.
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