Fuente: Consurvisión
Por Marilys Suarez Moreno
Cuando el Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales entró en la provincia de Pinar del Rio al frente de la Invasión, dos mujeres estuvieron entre las primeras en saludarle y ocupar un puesto de combate en la tropa mambisa: Isabel Rubio, oriunda de Guane y Catalina Valdés, natural de Consolación del Sur. De la primera hemos escrito en otras ocasiones, ahora le contaremos sobre la segunda de estas insignes patriotas pinareñas.
Catalina nació el 22 de marzo de 1837 en esa hermosa tierra bendecida por el tabaco y desde muy joven se afanó en las duras tareas del campo. De tez trigueña, baja estatura y apariencia frágil, el temple de esta cubana se hizo notar prontamente. Ella fue la primera de su familia en alistarse en el Ejercito Libertador. Detrás de ella fueron su esposo y sus 12 hijos.
El campamento de Arroyo del Agua, escenario principal de su quehacer combativo, fue el único que los españoles no lograron destruir, merced a la tenaz resistencia ofrecida por la mambisa. Acción que le valió el grado de capitana, conferido por el mando superior del Ejército mambí.
Pero su accionar en la manigua fue incansable, pues curó y llevó alivio a muchos enfermos y heridos y ella misma quedó marcada por numerosas cicatrices de guerra.
Testimonios de la época aseguraban que ella y sus 10 hijos, conocidos como Los Páez atacaron un fuerte español en busca de alimentos y medicinas para el pequeño hospitalito del campamento.
Los hermanos Páez sobresalieron por su heroísmo y varios de ellos alcanzaron grados de capitán y sargento. Todos demostraron una valentía tan digna como la de su propia madre.
Vale decir en su honor que esta indomable mujer se negó a entregar las armas cuando el gobierno interventor norteamericano impuso la desmovilización del Ejercito Libertador y cuentan que ella prefirió enterrarlas para refugiarse posteriormente en su hogar, tras frustrarse su anhelo de ver a Cuba libre.
Años después, inconforme con la gestión gubernamental del presidente Estrada Palma, regresó con sus hijos a las manigua durante el levantamiento conocido como la Guerrita de Agosto, donde uno de sus muchachos, Andrés, obtuvo los grados de General.
Y aunque el movimiento fracasó, no se resquebrajó la fe de Catalina en la victoria. Anciana ya la sorprendió la muerte un significativo día para la historia de las mujeres cubanas, un 23 de agosto del año 1915 y Consolación del Sur entero le rindió homenaje en sentida manifestación de duelo popular.
Dicen que aquel sepelio fue uno de los más masivos que se recuerde en ese actual municipio pinareño, donde una secundaria básica y otros centros recuerdan el nombre de esta cubana, cuya vida constituye un valioso ejemplo de arrojo y fidelidad a la causa libertadora.
Insigne cubana.Bello ejemplo a divulgar
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