Fotos: Carlos Paroldi y Radio Jaruco
Por Aime Sosa Pompa y Lianne Garbey Bicet
Desde la carretera, unos girasoles se anticipan a las parcelas de arroz y, a primera vista, la finca “La Pastora”, ubicada en el municipio de Jaruco, parece pequeña, pero no lo es. Una casa familiar mantiene sus puertas abiertas, como invitando a pasar siempre, y casi toda la familia nos recibe. Es una visita anunciada, con una agenda llena de preguntas, en compañía de Anielka Fernández Del Monte, integrante del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Llegamos muchas horas después de lo pactado a ese espacio, donde Felicia Mesa Pérez, productora agrícola destacada de la CCS Raúl Hernández, es una lideresa en Mayabeque, orgullosa de cuanto ha logrado, manteniendo una estirpe de buenos cosechadores.
Allí, muy cerca de los tallos de un arroz con un verde lleno de promesas, comenzó a contarnos la historia de esas tierras y cultivos.
Desde su infancia, ha estado profundamente conectada con la agricultura y heredó una finca que ha sido parte de su familia durante generaciones. Junto a su esposo y sus hijos, ella ha dedicado su vida a la producción de cultivos y ganadería, con un enfoque en la sostenibilidad y la innovación. Felicia se casó hace 34 años con un compañero de vida que comparte su pasión por la agricultura. Juntos han inculcado en sus hijos el amor por la tierra, lo que llevó a su hijo menor a estudiar agronomía. Sin embargo, su verdadera aspiración era trabajar en la finca familiar.
Este compromiso ha sido fundamental en el desarrollo de su proyecto agrícola, el mismo que describió desde sus buenas prácticas en el XI Congreso de la FMC.
“Toda la vida hemos cultivado el arroz, pero no en esta finca, pues no tiene las características, el tipo de suelo adecuado para este cultivo.
La otra finca que tenemos sí es de un suelo negro, que tiene una capa permeable, que es más favorable para ello. A partir de 2017 comenzamos en el Proyecto de Innovación Agropecuaria Local (Pial), que nos sirvió como método de capacitación para adquirir experiencias positivas e innovadoras que luego nos permitieron aplicar materia orgánica en la siembra de diferentes variedades de arroz, de ciclo más corto”.
Felicia puede ser un ejemplo de cómo, con tesón, cada experiencia se convierte en un proyecto valedero y tangible, gracias a la innovación y a esa diversidad que debe darle más garantías de recursos a las familias campesinas. Actualmente lidera la producción de arroz en su municipio, utilizando variedades de ciclo corto y de muy buena semilla.
Con logros y por sus años de empeño y de amor por el trabajo en el campo, es reconocida como una de las mayores productoras de arroz de su municipio y esto es resultado de sortear las dificultades que implica el cultivo de este alimento.
“Logramos introducir en esta finca el cultivo del arroz con muy buenos resultados, a partir de la aplicación de todos los bioproductos que se fabrican en el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), de la aplicación de la materia orgánica como la cardona, con el boniato hediondo, con una serie de plantas, fabricamos bioinsecticidas para nuestros cultivos”, comentó en exclusiva para la revista Mujeres.
“En estos momentos, contamos con nueve variedades de arroz. Nosotros quisiéramos convertirnos en productores de semillas de arroz para facilitarle su siembra a los productores del municipio y de la provincia. En los últimos tiempos le hemos dado semillas a Güines, San Nicolás y Melena”.
Con estos actos de solidaridad, Felicia y su familia demuestran su compromiso con la soberanía alimentaria cultivando arroz, no solo para la venta, sino principalmente para el autoconsumo.
Su objetivo es reducir las importaciones y fomentar el cultivo local sorteando las dificultades que implica la producción de alimentos en el país, debido a los bajos niveles de acceso a semillas y tecnología agrícola.
“Tenemos una bomba muy pequeña, que nos impide sembrar mayores cantidades de arroz y hacerlo en una época más temprana. Estamos trabajando para mejorar el proceso de siembra, incluso para hacerlo dos veces al año. Este año vamos a estar probando 20 variedades, de ellas 10 ya están registradas y otras 10 que será posible registrar.
“En este proceso estamos evaluando el comportamiento de estas cepas en nuestro tipo de suelo, en el clima. Estamos en una zona donde, durante el invierno, hace mucho frío; por eso estamos evaluando las variedades que sean resistentes a las bajas temperaturas. Para el cierre de la cosecha, queremos hacer una feria de variedades para invitar a productores del municipio y de la provincia, quienes quieran compartir con nosotros, para que elijan la variedad que más les interesó, por sus características y le estaríamos dando una pequeña cantidad de esas semillas que seleccionen”.
Además del arroz, la finca de Felicia es un ejemplo de diversificación agrícola. “Ahora vamos a comenzar a rotar esta tierra de arroz con soya. Pues la soya, como es una leguminosa, nos incorpora nitrógeno al suelo y otras sustancias que benefician el suelo”, afirma Felicia.
Mientras cuenta su experiencia con el cultivo de la papa, llegan ciertas insatisfacciones que pretende en algún momento sortear para futuras cosechas, pues una bomba de agua más grande y otros insumos podrían atemperar los efectos de un clima poco favorable; pero, para ella y su familia, no hay mal tiempo que les detenga.
En nuestro recorrido pudimos constatar que su tierra es propicia para el cultivo de diversas variedades de boniato, yuca, garbanzo y maní, entre otros. Recientemente, han comenzado a explorar el cultivo de la flor de Jamaica y el llantén, impulsando así la producción de plantas medicinales y alimenticias. Los animales de crianza le garantizan una independencia alimentaria poco común en otros contextos cubanos. Mas, la implementación de prácticas de economía circular le permite aprovechar al máximo los recursos disponibles, como el uso de girasoles como forraje para el ganado.
Entre sus proyecciones se encuentra poder materializar un ambicioso proyecto de producción de aceites para el autoconsumo de ella y los suyos. “El día del pleno nacional expresamos nuestro interés en producir también aceite, con solo una pequeña prensa estaríamos extrayendo el aceite que necesita mi familia para la elaboración de los alimentos y todas esas cosas”.
Entre los sueños mejor guardados de Felicia están también dos proyectos: cómo aprovechar el poder de las algas, sargazos y spirulina en sus sembrados, y aunar voluntades para que las buenas semillas sean para todos, pues constituyen el bien más preciado en cada tierra.
“Otra cosa que tenemos que lograr es que los campesinos confíen más en las nuevas tecnologías de producción, en las investigaciones y los bioproductos”, asegura.
Sin lugar a dudas, ella es un modelo a seguir para quienes se dedican al trabajo en la tierra y como ejemplo de empoderamiento de las mujeres en el campo.
Con sus palabras, anima a otras mujeres a involucrarse en la agricultura y a confiar en las nuevas tecnologías y prácticas sostenibles.
“Mi consejo para las mujeres es que luchen y no teman al trabajo en el campo. Lo mejor es que, cuando voy a la mesa, tengo la comida que necesita mi familia para su sustento diario. A esas mujeres campesinas que aún todavía no se han independizado, que todavía no se han empoderado, que se miren en mi ejemplo y vean que sí se puede”.
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