Por Marilys Suárez Moreno
A María Escobar Laredo la conocieron por los seudónimos de Esmeralda y Vencedor, pero también el que más la distinguió entre los mambises, La Coronela, ganado por sus relevantes méritos dentro del movimiento independentista cubano.
Sabemos que entró en la historia patria por los muchos e importantes servicios que prestó a la causa libertaria; que nació en mayo de 1866 en Caibarien, en el seno de una familia de la clase media, y que desde muy joven se incorporó a la lucha, sin que el ejército español nunca pudiera apresarla, gracias a su gran destreza para evadirlo.
Entre las principales tareas de la patriota villaclareña estuvo la de ser correo y agente del Generalísimo Máximo Gómez Báez y también del General Francisco Carrillo, combatiente de las tres guerras por la independencia de Cuba y oriundo de Remedios. Al respecto, un enviado ligado a Carrillo, refiriéndose a María, destacó en una carta al jefe mambí: “Es valiente y constante. Su entereza y decisión por nuestra libertad raya en la locura”.
Según destacan algunos biógrafos, la patriota realizó varios recorridos con las fuerzas mambisas por el nordeste de la otrora provincia de Las Villas e intervino en cuantos combates y escaramuzas contra el enemigo colonial., donde puso de manifiesto su valor, patriotismo y firmeza de ideales.
Aunque mantuvieron una frecuente correspondencia, el Generalísimo y su cercana colaboradora no se conocieron personalmente hasta casi al término la guerra de 1895, lo que ocurrió durante una visita que hizo La Coronela al campamento mambí, ubicado en los predios del otrora Central Narcisa, en Jimaguayabo, próximo al hoy municipio de Remedios.
Algunos apuntes históricos destacan que cuando el jefe insurrecto entró en Caibarién, lo hizo del brazo de María Laredo y se añade que fue en las proximidades de Remedios. Gómez reunió en ese lugar a La Coronela y a la no menos destacada mambisa Antonia Romero Loyola, vecina de esa zona. Fue un reconocimiento a ambas patriotas por los servicios prestados a la causa emancipadora.
Hoy día, el parque principal de Caibarién la honra con un monumento que recuerda la fructífera labor de La Coronela. La obra fue esculpida por un coterráneo de María Laredo, el artista de la plástica Florencio Gelabert, quien dedicó muchos años de su vida a las artes y gran parte de sus piezas fueron consagradas a homenajear a los próceres de nuestras gestas libertarias.
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