lunes, 13 de mayo de 2024

Tonguita es alegría, paz y amor por los niños y las niñas

 

Fotos: Yaciel Peña de la Peña

Por Danielle Laurencio Gómez

Yaima Guerrero es, en primer lugar, madre; luego, esposa, actriz, trabajadora y amante de la infancia. Tonguita es colores, alegría, paz, luz y amor para las niñas y los niños.

Estudiaba en la Escuela Profesional de Artes Plásticas del oriental territorio de Las Tunas y, en ese tiempo, comenzó a ir a la iglesia, gracias a la invitación de una amiga -tenía poco más de 16 años-, y allí había necesidad de trabajar para los más pequeños, actuar y pintar para ellos; “Fue así como mi tesis de graduación se convirtió en un libro de historietas infantiles, que más tarde presenté como espectáculo".

Así cuenta Yaima sus inicios y cómo en la iglesia le dieron la misión de convertirse en payasa para una actividad y hasta le asignaron el nombre, Tonguita, lo que hace creer que aun cuando no imaginaba dedicarse a esta faceta, hubo algo o alguien que la eligió.

En sus respuestas, ella formula la pregunta: ¿Por qué Tonguita? Y acto seguido responde que tenía en su corazón “una tonga” de cosas feas, como la mentira y otros los pecados, y Jesús lo limpió con su luz y puso besos, abrazos y todo lo que hoy distingue a la traviesa y cariñosa payasita.

“Me gradué de Artes Plásticas y desde entonces fui perfeccionando el camino en el teatro. Mi personaje poco a poco empezó a crecer; primero en el Teatro Guiñol Los Zahoríes, escuela en la que tuve la oportunidad de evaluarme como actriz profesional, y más tarde en la compañía Teatro Tuyo.

“Junto a su director, Ernesto Parra Borroto, aprendí a hacer clown y consolidé mi trabajo con los títeres; de ahí que agradezco la suerte de participar en emblemáticas obras de la agrupación como Parque de sueños y Narices".


Yaima es una mujer que sueña la vida en colores, cree en la magia de la lluvia y en los deseos de cambiar vidas. Para eso está Tonguita; para saciar esa sed de interactuar con las personas sin importar edades, porque parece que esta era una necesidad interna que ni siquiera sabía que tenía, y solo así se sintió plena.

“En el teatro aprendí a comunicarme con los públicos, pero cuando llegué a la televisión me sorprendió conocer un lenguaje totalmente distinto, hasta que poco a poco logré apropiarme de las dinámicas del medio".

Primero fue “Pincel mágico”, luego “Comer con ritmo” y más tarde “Limonada”. En esa última entra en escena Derek, su hijo, quien con apenas dos años y medio se metió en las pantallas y los corazones de las familias tuneras, gracias a la señal del telecentro provincial TunasVisión.

“Bajo la dirección audiovisual de Waldina Almaguer, he tenido la libertad de improvisar sobre los textos, para así plasmar la esencia de Tonguita y, como un refrescante sorbo de agua, limón y azúcar, entregar una combinación de alegría, aprendizaje y amor".

Y es que Yaima sabe que el juego de la improvisación ha convertido a Derek en artista, desde que le iba dando los tips para la actuación hasta ahora, que ha desarrollado la habilidad de aprenderse de memoria las obras completas de Los Zahoríes, al punto de hacer correcciones a sus artistas, además de escribir las suyas, crear títeres y otras destrezas.

En este diálogo tripartito hay que hablar, necesariamente, sobre la capacidad transformadora del arte para tocar a las personas en pos de una sociedad mejor, don que bien domina Tonguita y deja claro en sus apariciones, ya sea en un pasacalle comunitario, una visita al Hospital Pediátrico Mártires de Las Tunas, un cumpleaños o a través de las redes sociales.

“La gracia de Dios ha sido para mí el secreto, porque para todos es complejo sobreponernos a nuestros problemas personales para infundir sueños. Pero creo que es importante mostrarless a las infancias la posibilidad de soñar, tener un propósito en la vida más allá del consumismo, alimentar el espíritu y así dar educación".

Su experiencia frente a un público tan retador durante todos estos años le ha demostrado a la entrevistada que la educación se motiva con alegría y amor. Poe eso, para Tonguita cada nueva presentación ¡es otra vez la primera vez!, la frase que se repite a sí misma para salir a escena a entregar toda la alegría que caracteriza a la payasita de cabello verde.

“En estos tiempos, las familias están inmersas, muchas veces, en resolver las demandas básicas y en ocasiones no hay tiempo de calidad para los niños; por eso, mientras actúo para ellos, hago guiños para que escuchen, conversen y conecten con sus infantes".

Cual brújula tras el enorme equipo que garantiza la producción de Tonguita, ella cuenta emocionada que su mamá es quien cose y hace realidad los trajes, una vez que ella los diseña; su esposo es su mano derecha en los espectáculos, porque la música cuenta como otro personaje; y ahora está Derek, ya presente en todos los procesos y en todas partes.

"En alianza con emprendimientos locales, hemos protagonizado dos grandes actividades sociales y estamos constantemente buscando ideas para alegrar a las familias coterráneas, a lo que se une mi trabajo en Limonada, un reto de superación constante en mi carrera"

A sus 45 años, Yaíma Guerrero reconoce la valía de trabajar para los pequeños. Sólo aceptando este don se ha convertido en una especie de trabajadora social que apuesta por resolver, con risas y canciones, los retos de la vida como mujer cubana de estos tiempos.

La conversación ha llegado a su fin, la suerte correspondió a la Agencia Cubana de Noticias, al comprobar que es cierto lo que a veces comentan: “Yaíma es así y Tonguita no es un personaje”, ambas son colores, alegría, paz, luz y amor para las niñas y los niños.

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