Por Marilys Suarez Moreno
Los modales como los buenos hábitos, comienzan casi desde que se nace y guardan estrecha relación unos con otros. Las reglas y normas como la corrección y cortesía, definen el comportamiento que los demás esperan de nosotros.
Por tanto, resulta indispensable que los infantes crezcan en un ambiente tutelado por las buenas conductas y la responsabilidad de la familia para hacer lo que les piden y cómo hacerlo. Si ofrecemos o proyectamos dobles mensajes, ellos se sentirán confusos y optaran por imitar lo que vean, sin interiorizar lo que le dicen que es adecuado y correcto.
Expertos en el tema señalan la capacidad que tienen niñas y niños para aprender sobre reglas y modales desde la temprana niñez, aunque muchos padres no se dan cuenta de que están trasmitiendo esas primeras lecciones.
Compartimos con muchos de ustedes el papel educativo de la familia, rol que se recaba también del sector pedagógico. No es con un, “ya te arreglara el maestro cuando vayas a la escuela”, tantas veces escuchado, que nos desatendemos de tamaña responsabilidad. Compromiso también que tiene que estar a la altura del magisterio que queremos.
Al margen de que muchas mujeres siguen cargando con la parte más pesada: trabajo, estudios, quehaceres domésticos, cuidado de familiares ancianos, la educación de los hijos e hijas no deja de recaer en la madre. No absolutizamos, ya que hoy día muchos padres comparten faenas hogareñas y el cuidado de su descendencia por igual, pero aún prevalece lo primero. Se puede y deben cumplirse las obligaciones laborales y las sociales, pero esas y otras exigencias aparejadas a la responsabilidad hay que conciliarlas con las familiares. Misión que no debe delegarse.
En esta etapa primera de la vida, el menor necesita de ternura y mano firme para que, poco a poco, interiorice y aprenda no solo hábitos y comportamientos, sino que los asimile consecuentemente. La fijación de estos no se realiza de un día para el otro, dado que el infante demanda de alguna madurez que le permita interiorizarlos de manera consciente.
Como se sabe, los hábitos son conductas que van regulando el desarrollo y la personalidad infantil. La mejor manera de inculcar una conducta aceptable es dándole el ejemplo y absteniéndose de hacer demasiados comentarios sobre su desempeño en el aprendizaje de sus modales. Con el paso del tiempo, el buen ejemplo de sus mayores y la prédica recurrente, los incorporará a su comportamiento cotidiano.
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