jueves, 8 de febrero de 2024

Polifonías, memorias y homenajes desde la Casa de África


Tomada de AiSUR

Por Alessandra Valera Padilla (estudiante de Periodismo Universidad de La Habana 4to año)

La cubanía es una fuerza que llevamos en la sangre, un costo de muchos años de estudio y de escarbar en la Historia para entenderlo. Sin embargo, sería un capricho lingüístico, -aparentemente justificado por la gramática- decir que "el cubano" no es "la cubana", o al menos mencionar que en la historia más conocida los grandes héroes y salvadores son hombres. ¿Acaso sería extremista cuestionarse por qué a Mariana Grajales se le nombra como de Madre de la Patria, solo después de dos siglos de su natalicio?

En cuestión, hay un universo de posibles respuestas, como parte de factores sociales, culturales e incluso históricos que nos rodean. Una de las perspectivas para entenderlo está en la amplia gama de las Ciencias Sociales y Humanísticas. A propósito de esto, y por fortuna, este año 2024 comenzó regalando algunas de esas respuestas, con la celebración del XVIII Taller Científico de Antropología Social y Cultural Afroamericana en honor al trigésimo aniversario del Programa de la UNESCO "Las Rutas de las personas esclavizadas: resistencia, libertad y patrimonio", y por el aniversario 38 de la Fundación del Museo Casa de África, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

Desde la apertura se anticiparon los alcances de los temas que se abordaron. El taller contó con la intervención de la Sra. Claudia Felipe, representante de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO. Su discurso explicaba, a modo de contexto, los motivos que llevaron a crear el proyecto, así como el interés de dicha organización en apoyar el proceso de reconstrucción histórica de la identidad de los afrocaribeños, afrolatinos y afroamericanos en general.

En tanto el M.Sc. Alberto Granado Duque, director del Museo Casa de África, ponderó el papel que juega esta icónica institución, en la salvaguarda de las raíces ancestrales africanas en Cuba. Y como en sus casi cuatro décadas ha sido sede de disímiles investigaciones en las ramas de la sociología, antropología, comunicación, historia, religiosidad y cultura; convirtiéndose en un lugar recurrente para un oportuno y actualizado debate.

Mirada a las raíces

Las investigaciones en sentido general se vieron marcadas por el embrujo de la cultura y religiosidad africana y ocuparon los dos salones del Museo, y como si fuera un viaje en el tiempo, los participantes debían transitar entre objetos centenarios y colores de la también llamada Madre Patria, África; funcionando como un eslabón entre las culturas y la otredad, junto a las vertientes de religiosidad popular y las confraternidades de origen africano.

Los trabajos presentados, tomando como partida vacíos históricos y científicos, aportaron resultados referentes a problemáticas sociales que vivimos en la contemporaneidad; y de las que poco se habla, como la relación entre la religiosidad y el afrofeminismo. Se abrió paso a controversias tan complejas y polémicas como la inclusión de la mujer en la hermandad Abakuá o el reconocimiento y aceptación de ellas en lugares de poder dentro de las prácticas religiosas. Estamos hablando del acceso al sacerdocio de Ifá en la religión Yoruba, una de las problemáticas que forman parte significativa dentro de los desafíos que enfrentan las mujeres afrocubanas de hoy.

Siguiendo la línea de llamar la atención sobre los vacíos científicos o la desinformación, se pudo valorar sobre "El poder de la representación: apellidos de los esclavizados", una disertación de la mano de la Dra. María del Carmen Barcia, que reflejó aspectos identitarios de la herencia africana en Cuba, y el simbolismo de su descendencia. Fue respaldado ese asunto por otra entrega: "La madre de la Patria y su lucha, sus reconocimientos y sus negociaciones (actuales y pasadas)”. Pese a que es un tema del que poco se ha hablado, significó un llamado a la necesidad de investigar a las mujeres cubanas y su papel en las historias contadas. La ponencia en sí, demostró su poco reconocimiento en las luchas independentistas.

En otro sentido, no se podía dejar de mencionar el homenaje al XXX aniversario del proyecto, donde se contextualizó su función, objetivos causales y sus proyecciones. En esencia fue un destaque de cómo se responsabiliza la UNESCO con sus acciones para restaurar la historia que describe el camino de los africanos a Latinoamérica; lo que despertó, sin lugar a dudas, el interés por comprender el proceso de asentamiento; marcado por una adaptación forzada que forma parte del fenómeno más deplorable de la historia de la humanidad.

Este evento también se dedicó a la nostalgia, la gratitud y los homenajes. Al abordarse el papel del Museo en la salvaguardia del patrimonio cultural, se pudo reconocer una vez más, todo lo que ha representado para la afrocubanía y sobre todo para la cultura nacional la Casa de África, desde la existencia de esa institución, como refugio imperecedero contra el tiempo.

Si de correspondencia y respetos se trata, no se podía dejar de mencionar la obra de Leyda Oquendo, investigadora cubana, estudiosa de la africanidad, la negritud y la cubanía, fiel defensora de la representatividad de la mujer cubana, y a quien debemos el reconocimiento de Mariana Grajales como madre de la Patria. Gracias a sus aportes antropológicos, argumentos históricos y su implicación insaciable con el tema, se logró luego de dos siglos de silencios, una parte del reconocimiento que se merece la madre de los Maceos.

La Vigésimo Octava edición del Taller Científico de Antropología Social y Cultural Afroamericana, no solo significó un punto de encuentro entre estudiosos representativos de la región, sino también fue un llamado de convergencia para dar gracias a todo lo que se le debe a África: la formación de la identidad de los pueblos del lado de acá del mundo, el orgullo que para muchos supone reconocer abiertamente sus raíces y defenderlas.

Fue la unión de dos motivos, para recordar de dónde venimos. Un punto de partida para negociar cambios y alcanzar justicia. Nos articuló para poder amar sin tapujos el sonido del tambor, que al final, y como siempre, nos lleva de vuelta a África.

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