En las gestas independentistas cubanas, la mujer se enfrentó a no pocos sufrimientos, desafiando actitudes patriarcales y logrando para ellas y la historia hermosas páginas de heroísmo y gloria. Dolores Paján, la primera mambisa guantanamera, fue una de aquellas heroicas mujeres.
Por Marilys Suárez Moreno
Una de aquellas mujeres heroicas que se vieron por centenares, quizás, en las guerras de Cuba, fue Dolores Paján, guantanamera de cuna. Dolores tomó el camino de la guerra después del levantamiento armado de Boca de Maca, el 20 de noviembre de 1868, cuando los bisoños combatientes del Alto Oriente iniciaron la lucha contra la dominación colonial española con la toma del antiguo poblado de san Anselmo de Tiguabos, segunda población en la jurisdicción guantanamera.
Guiados por los revolucionarios José Francisco Rondón y Mánico González, tres días después, el 23 de noviembre, los mambises obtenían una de las victorias más importantes logradas en el valle guantanamero.
Se dice que lo que más llamó la atención en la numerosa fuerza de Rondón fue la presencia de una mujer joven a caballo que, vestida con ropa masculina y portando un revolver en su cintura y un fusil en su mano, mostró su disposición de incorporarse a la guerra.
La muchacha, quien iba acompañada del joven capitán Pastor Burgos, era oriunda de Tiguabos y, aunque se desconoce su fecha exacta de nacimiento, sí se sabe que tenía 21 años y que fue la primera mujer guantanamera que se sumó a la revolución iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en Yara, el 10 de octubre de 1868.
Designada a la impedimenta, como era usual para los que recién se incorporaban a la lucha, ella y su hermano Antonio, que la acompañaba, integraron el grupo encargado de garantizar los aseguramientos de la retaguardia. Enterada de cuál sería su rol, la joven se presentó ante el capitán Burgos y le dijo con voz firme:
“Yo no me he incorporado a la Revolución para cocinar, ni para buscar leña para los fogones”. Burgos, impresionado por el carácter de Dolores, le asignó la responsabilidad de abanderada de las fuerzas insurrectas, lo que ella aceptó feliz y sin más dilación.
Con honor, la muchacha recibió la banderas enarbolada por Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de Octubre, en su ingenio La Demajagua, símbolo de los patriotas cubanos alzados en el Oriente del país; y llevó el estandarte rebelde en las primeras jornadas combativas en el valle y en el combate de Chapala.
Cuatro días después, Rondón decidió atacar la protegida villa de la actual provincia cubana de Guantánamo, al apreciar erróneamente las fuerzas y medios combativos del enemigo, lo que culminó, a la postre, con una costosa derrota para las armas revolucionarias.
En pleno campo de batalla, la valiente mambisa se mantuvo erguida en su cabalgadura con la bandera de La Demajagua desplegada, mientras la artillería española arremetía contra las fuerzas cubanas, ocasionándoles numerosas bajas.
En la tarde el 27 de noviembre de ese mismo año 1968, los rebeldes guantanameros fueron derrotados por la superioridad militar del enemigo. Más de 200 mambises resultaron muertos, entre ellos el capitán Mánico González y Antonio Paján, el hermano de Dolores.
Nunca se supo del destino final de la primera mambisa guantanamera, aunque se supone que también ella cayera en aquel combate desigual. Los que sobrevivieron a aquella matanza, e incluso algunos soldados enemigos, recordaron durante años, en las tardes lluviosas del penúltimo mes de año, en medio de la lluvia, la silueta fantasmal de una mujer en su cabalgadura, que portaba una bandera desplegada y que continuaba arengando a aquel ejército insurrecto diezmado.
*Fuentes consultadas: Propias y el libro Mambisas guantanameras, de Juan Sánchez Guerra (2000).
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