Por Marilys Suárez Moreno
Para ella, la Federación era su vida y lo demostró con su quehacer de cada día. Muchos de los que laboraron y hoy laboran en la casona de Paseo y 13, en el Vedado, les parece ver al pasar por el despecho de siempre de Vilma, la figura espigada y amable de quien fuera su secretaria de siempre y casi una institución en la FMC, Alicia Imperatori Grave de Peralta.
Esta mujer increíblemente fuerte y lúcida para su edad, atesoraba muchos recuerdos, anécdotas, historias, vivencias y su larga vida de 103 años devino paradigma de entrega y lealtad a la Revolución y la FMC y a Vilma.
Alicia Imperatori Grave de Peralta, no solo fue una de las fundadoras de la Federación de Mujeres Cubanas sino una de las más cercanas colaboradoras de la Presidenta de esa organización, Vilma Espín Guillou, desde los días fundacionales. Ese fue el único centro de trabajo de esta mujer que entregó ansias, sueños y ganas a la organización femenina desde que ingreso en sus filas y a la vera de Vilma.
El Consejo de Estado le reconoció tamaña entrega concediéndole el título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, porque fue su ayudante personal y jefa de despacho por años, además de la persona más cercana a la Presidenta de la FMC, lo que la convertía en una testigo excepcional de la historia revolucionaria y de la propia organización que lideró.
La atención y laboriosidad de Alicia fueron totales, tanto como la admiración, cariño y respeto que le profesaba. A su jefa “Vilma era una persona muy especial y ella va a estar también en mi, de una forma muy especial, con amor, cariños", decía Alicia.
Holguinera de nacimiento, la insustituible mujer vio la luz primera en Mayarí, en 1913 y desde 1939 vivió en La Habana, donde tuvo una destacada labor como miembro del otrora Partido Ortodoxo y en el Movimiento 26 de Julio, organización para la cual recaudaba fondos, entre otras tareas a ella asignadas. Entonces laboraba en empresas norteamericanas y hasta llegó a poseer una tienda de objetos religiosos en la capitalina calle Obispo.
Era una mujer orgullosa de su estirpe mambisa, pues su bisabuelo Julio Grave de Peralta fue mayor general en la lucha independentista., pero después de enero de 1959 su vida cambió y cada paso o logro de la Federación Alicia los sentía como propios. Así sucedió con la creación de los Círculos Infantiles, tarea a la que Vilma se entregó por entero, y cuando se crearon las Escuelas para Campesinas Ana Betancourt, Las Anitas, que tuvo en Alicia una de sus organizadoras.
En entrevista a la querida colega Iraida Campos, le contó que aquello la había marcado para siempre. “Traer a La Habana desde los más recónditos lugares del país a más de 15 000 muchachas casi analfabetas, alojarlas en el emblemático Hotel Nacional y despedirlas de vuelta con un certificado que las acreditaba como graduadas de Corte y Costura y una máquina de coser regalada por Fidel para cada campesina era algo nunca visto antes” Pero, además, recordó, desparasitadas, instruidas, con sus cabellos y dentaduras arregladas y hasta bien vestidas, llenaba los empeños de Alicia, quien convivió con ellas todo ese tiempo.
La secretaria personal de Vilma, recordó muchas veces con muestras de sano orgullo, que toda la correspondencia y llamadas recibidas por su jefa pasaban por ella entonces. Laboraba largas jornadas, desde la mañana hasta altas horas de la madrugada a veces, lo cual provocaba que su madre la recriminara medio en broma; “por qué no llevas tu cama para la Federación”
Aquellos eran días de mucho ajetreo: trabajo voluntario en el campo, guardias de milicia, reuniones, asambleas, plenos y congresos la tenían en jaque siempre.. “La verdad, se dormía muy poco. “No sé como teníamos tiempo para tantas cosas, pues no trabajamos ni por días ni por horas, simplemente se trabajaba a tiempo completo”.
El recuerdo de Vilma, de quien fue su ayudante personal durante 26 años, volvía una y otra vez a su mente. Ella era muy sencilla en el vestir pero tenía buen gusto para hacerlo. Gustaba del color verde, de los pañuelos, flores y algún prendedor. Nunca se sacó las cejas y apenas usaba maquillaje. Era educada, fina, elegante, tierna y muy humilde. Saludaba a todo el mundo y hasta le preguntaba por los hijos, esposos nietos, lo que hacía que las personas se sintieran agradecidos por la deferencia.
Vilma leía mucho y poseía una cultura general integral. Gustaba tanto de la música instrumental como de los boleros, pero a la vez consideraba algo muy sabroso arrollar en una conga en Santiago de Cuba, la cuna que nunca olvidó. Asimismo amaba el ballet el deporte, recordemos que fue capitana del equipo de voleibol de la Universidad santiaguera donde estudió y al que pusieron Las mambisas.
Contó también que lo que Vilma quería estudiar era medicina y especializarse en cirugía cardiovascular, pero como en Santiago esa carrera no se estudiaba entonces, opto por la ingeniería química industrial y fue la segunda mujer en egresar de esa Facultad.
Los que la conocieron de cerca o más de lejos, como yo y quienes como mi colega Iraida Campo, tuvieron la ocasión de entrevistarla alguna vez, aseveraban que a esta mujer excepcional de la FMC que se llamó Alicia Imperatori Grave de Peralta, no gustaba hablar de sí misma, si acaso ofrecer algún dato o precisar algún detalle que su memoria se obligaba a no olvidar, pero el diálogo con ella o la entrevista sed alargaba cuando se trataba de su Jefa y amiga de tantos años, de la combatiente de la clandestina y la guerrilla y de la fundadora de la FMC.
Entonces, las anécdotas acudían rápido a su memoria, como la vez en que hizo un acta y se la enseñó a Vilma y ésta se le devolvió después de haberla revisado, diciéndole, “Pero Alicia es que no pusiste los acentos”. Ocurría, aclaro, que ella se había educado en escuelas americanas y trabajó también usando el idioma inglés, que no lleva acentos..
Rememoraba que a pesar de ser mayor y llevarle muchos años, la respetaba muchísimo y siempre la trató de usted. Evocaba los muchos foros internacionales en que su querida jefa participó y la reconocida figura que era en cualquier podio mundial. La respetaban mucho y llegó a ser Vicepresidenta de la FDIM. No hubo una agresión a Cuba que ella no defendiera, tanto como las injusticia del mundo entero0 Ella brillaba con luz propia, sentenciaba Alicia
Vilma, su querida jefa se fue antes que su secretaria de toda la vida, quien tuvo una larga existencia y casi hasta su deceso iba a la Federación a trabajar, ya sea asesorando como custodiando el despacho que compartieron juntas toda la vida y que hoy permanece cerrado, porque ninguna persona que no fuera Vilma, podría ocuparlo.
Además, siempre que pudo iba al Segundo Frente Oriental Frank País donde descansas sus resto y se paraba frente a la lapida suya. Entonces un poco que le hablabas y le decía cuánto la extrañaba, porque sentía que si algo no entendía, ella de alguna manera se lo aclararía, Y es que Vilma seguía con Alicia, la mujer que le dedicó su vida a ella y a la Federación que fundara un 23 de agosto de 1960, porque para ella la Federación era su familia y Vilma la hija que nunca tuvo.
La revolucionaria cubana falleció en Las Habana, el 13 de octubre de 2016 y hasta el último aliento vivió pendiente de la organización que era su vida.
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