Por Marilys Suárez Moreno
Aunque anda por la séptima década de vida, Esther es una mujer fuerte y animosa que aún no se ha jubilado y se multiplica en el trabajo y el hogar, pero se siente vieja externamente y ha dejado de importarle su apariencia física, se viste con lo primero que le cae a mano y tiene el cabello, otrora lustroso y bien peinado, con tres o cuatro colores de sus últimos tintes.
Todos envejecemos: es ley de la vida. Cada persona envejece según el código genético acumulado en su ADN. Así, algunos pueden llegar a los 60 con el mismo color de cabello de su juventud, mientras otras encanecen completamente a los 30 o 40 años y pierden el cabello en plena juventud. Mas los años no son impedimento para apartarse de la labor creadora ni echar a un lado la pulcritud y la buena apariencia. La belleza y la atracción personal transitan por senderos abonados por la personalidad y el buen gusto, válido para ambos sexos.